funcionales que condicionan su uso: juego como promoción del
envejecimiento saludable» (LUDIMAN) hecho por el Instituto Tecnológico
del Juguete y el Instituto de Biomecánica de Valencia (2002-2003) apunta que
los juegos de mesa son un instrumento de mejora y prevención de los efectos
negativos del envejecimiento. Así, según David Curto, jefe de la Dirección
Asistencial de Sanitas Mayores, «son un recurso que se puede usar para
promocionar el ocio en la tercera edad y mantener las capacidades cognitivas y
físicas de los mayores, por lo que, además de los beneficios sociales y
emocionales, ralentizan el proceso de deterioro cognitivo».
Además, el doctor Curto recuerda que el juego contribuye a mejorar aspectos concretos de la salud en función de la tipología de juego a la que se enfrente la persona:
Ofrece nuevos entornos para el aprendizaje: los ambientes estimulantes generados por la actividad lúdica facilitan el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Lucia Calviño, terapeuta del centro Sanitas Residencial Mirasierra, incide en que «jugar ha de ser siempre una elección libre y cada individuo tiene sus preferencias». Cada juego tiene unas consecuencias positivas sobre la persona.«Al hacer un puzle se trabaja más la capacidad de viso-construcción, mientras que en el bingo se trabajan más la memoria numérica, pero ambos sirven para trabajar la atención y la motricidad fina», afirma la terapeuta Lucía Calviño. La especialista afirma que lo importante es que los juegos estén adaptados a cada persona para que puedan disfrutarlos y puedan participar con la mayor autonomía posible.
Los favoritos por los mayores de las 46 residencias de Sanitas Mayores son el dominó, el parchís y las cartas. Los juegos de cartas son muy variados y dependen de su popularidad por área geográfica, por ejemplo, los mayores de Madrid se decantan por el mus, mientras que en Galicia los preferidos son el tute y la brisca.«Además de los beneficios del propio juego, estas dinámicas ofrecen acceso al juego a personas que tienen déficit visual, ya que el tamaño de las piezas y números están adaptados, y permiten la integración de las personas con diversidad funcional y por tanto se fomenta las relaciones sociales entre los diferentes residentes», explica el terapeuta.