El director, Juan Sobrino, creó en 2015 este proyecto en el que un grupo de voluntarios acudía de manera mensual a las residencias con el fin de acercar los libros a los mayores. Sin embargo, la llegada de la pandemia supuso un problema y tuvieron que adaptarse a la nueva realidad. Sobrino afirma que el confinamiento hizo que el servicio que ofrecían fuese más necesario que nunca para el bienestar de los ancianos y debían sacarlo delante de cualquier manera, por lo que decidieron recurrir a los teléfonos.
Hoy en día, los voluntarios de la biblioteca no solo prestan su ayuda a treinta personas de los centros para la tercera edad de Soto, sino que algunos de los vecinos del municipio también han solicitado este servicio por su propia cuenta, ya que sufren de problemas de visión y les cuesta leer por sí mismos. Además, el programa también incluye a los internos de la cárcel de Soto del Real, que como explica Sobrino, «son nuestros vecinos y no podíamos dejarlos en el olvido».
Una de las personas que disfruta de este servicio solidario es Carmen, usuaria de la Residencia Soto de Fresnos. La memoria de Carmen se ha visto deteriorada con el paso de los años y, aunque le cueste recordar su edad o su mente mezcle pasado y presente, es capaz de reconocer en cualquier lugar la voz de María Luisa Tormo, la lectora que ha hecho su confinamiento más llevadero gracias a las historias que le cuenta. Después de meses escuchando su voz por teléfono, el pasado mes de junio por fin pudieron verse y retomar las lecturas de manera presencial.
Los textos varían en función de los gustos de la persona, yendo desde relatos cortos hasta adivinanzas y refranes, pasando por poesía y textos que puedan ayudar a los mayores a ejercitar la memoria. Pero el servicio no se limita solo a la escucha, sino que los usuarios del mismo también leen a veces de una forma especial: con la ayuda de los perros de la entidad Perros y Letras. El propósito es que la gente deje atrás la timidez a la hora de leer en voz alta, ya que los animales están entrenados para escuchar y no se impacientan ni corrigen los errores de los lectores, y este método ayuda también a que los residentes se sientan más acompañados.
Los inicios del programa no fueron fáciles, pues al principio las administraciones no eran conscientes de cuán importante podía resultar la lectura para los residentes de los centros y cómo esta podía ayudar a combatir la soledad. Sin embargo, en la actualidad el servicio es todo un éxito e incluso ha recibido varios premios, como el de la fundación Biblioteca Social, el galardón de la campaña María Moliner del Ministerio de Cultura y una de las distinciones del proyecto internacional Iberbibliotecas.