No se trata de que transformase ni de gastar en moda, de lo que hablamos es
de invertir tiempo y cariño en cuidar la imagen de nuestros mayores, y eso no
cuesta dinero, o no mucho dinero. Con poco esfuerzo, se consiguen grandes
resultados que mejoran mucho la vida de las personas. Además, verse en el espejo
y estar a gusto con la imagen que se ve, refuerza la autoestima y levanta el
ánimo. Por lo que merece la pena el esfuerzo.
Hacer ejercicio para estar tonificados y con agilidad es la primera premisa. Andar un rato cada día puede ser suficiente y apuntarse a un gimnasio o nadar añade el plus de la socialización.
Es importante cuidar la dentadura y la audición. La imagen de una persona mayor desdentada y sorda debería pertenecer al pasado. Dentaduras y audífonos mejoran la calidad de vida y la salud, no solo la imagen, y no debe descuidarse este extremo bajo ningún concepto.
En cuanto a la ropa, sin estar a la última moda, cuidar un poco la imagen ayuda a sentirse integrado. La idea de que como se es viejo da lo mismo ir en chándal que en traje, debe desterrarse. Lejos de los tiempos en los que el negro era el «uniforme» de los mayores, nos gusta estar con personas que se visten y peinan no solo para agradarse ellas, sino para agradar a los demás. Si somos nosotros quienes las cuidamos, debemos pensar no solo en que la ropa sea cómoda y que el pelo sea corto porque me facilita la labor. Cumpliendo las premisas de practicidad que exige el cuidado, siempre hay margen para que la chaqueta, el pañuelo, los calcetines… no se vean raídos y como apañados de cualquier montaña de ropa sin dueño y el pelo no tenga aspecto de trasquilado.
No debemos ser esclavos de la imagen, pero sí ser conscientes de que verse bien en el espejo es clave en la autoestima y socialización, además de que la imagen que proyectan de ellos los mayores condiciona en gran medida cómo se les trata.