Cuando se habla de terapia con animales en las residencias de la tercera edad o se recomienda un animal de
compañía para las personas mayores que viven solas, normalmente se piensa en
los perros como la mascota ideal. Sin embargo, no solo los canes pueden ser
compañía y terapia, y los defensores de los gatos lo argumentan.
Algunas investigaciones afirman que los gatos son buenos para combatir el
estrés gracias al su ronroneo, que transmite el bienestar del animal cuando
emite su sonido a la persona que lo provoca con sus caricias o mimos.
Los gatos, siempre que no sean ariscos o muy independientes, unen todas
las ventajas que dan el tener una mascota: tener una ocupación y
responsabilidad, compañía, aumento de la autoestima, etc. que no necesitan
salir del domicilio o residencia para sentirse a gusto, hacer ejercicio o sus
necesidades, por lo que son muy adecuados para personas con problemas de
movilidad.
Los amantes de los gatos aseguran que con su presencia mejoran la salud
física y mental de sus dueños, pues obliga a cierta actividad física, es
relajante y reconforta en convalecencias y ayuda a verbalizar emociones pues es
un interlocutor al que se le puede contar los problemas sin que lleve la
contraria.
En muchas residencias para mayores, como en casi todas las urbanizaciones,
casas, jardines… hay gatos «visitantes» que, si se fomenta su presencia con
algo de comida, son una distracción para quienes disfrutan con su presencia.
Igual está llegando el momento de plantearnos la «gatoterapia». (Eso sí,
siempre con ojo a las alergias, que son más comunes al pelo de gato que al de
otros animales, las fobias y las costumbres de los residentes).
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