La actividad física es clave para el envejecimiento activo y saludable. Sin embargo, en muchas ocasiones, las personas mayores no siguen pautas saludables bien por problemas físicos, bien por no tener acceso fácil a espacios especializados o bien por que con los años se tiende a no esforzarse.
También, pasar del domicilio a la residencia conlleva un cambio de hábitos que, en muchos casos, provoca que las personas se muevan menos en sus tareas cotidianas y realicen menos actividad física en general. Sin embargo, mantener una actividad física razonable es fundamental para preservar la autonomía durante el mayor tiempo posible y mantener un buen estado de salud. De hecho, la actividad física moderada previene la fragilidad, que deriva de pérdida de masa muscular, fuerza, resistencia y funciones fisiológicas.

Para las personas que viven en residencias para la tercera edad, ha surgido una interesante iniciativa en la
Universidad del País Vasco (UPV/EHU). La investigadora Maider Ugartemendia Yerobi, del grupo AgeingOn, del Departamento de Enfermería II de dicha universidad, ha estudiado el efecto que la actividad física tiene en las personas mayores que viven en
residencias geriátricas (3,3 % de la población mayor de Euskadi vive en residencias geriátricas). Gracias a este estudio, ha diseñado un programa de ejercicios para fomentar el envejecimiento activo en el que se combina la fuerza y el equilibrio.
En el estudio participaron 38 personas de la residencia de
Zorroaga de San Sebastián. 19 de ellas siguieron un programa de entrenamiento durante 12 semanas, donde practicaban ejercicio tres veces por semana (grupo de intervención); las otras 19 personas continuaron con su modo de vida habitual (grupo control). Al comienzo y al final del estudio se midió el estado tanto de salud física y emocional de de cada participante.
Para las personas del grupo de intervención, se diseñó un programa de ejercicios tiene varios componentes, es decir, trabaja la fuerza, el equilibrio y, de manera indirecta, la resistencia. Al acabar el periodo de prueba, se observaron cambios notables en su constitución física en comparación con el grupo control: habían adelgazado de manera notable y se comprobó mediante resonancia magnética que algunos músculos presentaban menor nivel de grasa por lo que estaban más fuertes. Otros beneficios importantes fue el fortalecimiento de las extremidades superiores e inferiores hecho que facilitó la movilidad de estas personas. Además, los participantes mostraron avances en la intensidad de los ejercicios y se mostraron motivados para seguir.
Vista la experiencia, sería muy interesante que se implementaran este tipo de actividades físicas en más
residencias para mayores.