La dependencia está «asegurada»

Hoy tratamos de la mano de Carles Reixach, trabajador social, una nueva solución a la dependencia.El aumento de la esperanza de vida de las personas en el siglo XXI es una realidad. Vivimos más y vivimos mejor. Aun así, a más longevidad más casos de personas en situación de dependencia se producen. Este es uno de los grandes retos de nuestra época.

Han pasado ya más de diez años desde la entrada en vigor de la ley de dependencia. En todo este tiempo, dicha ley ha sufrido diferentes modificaciones y recortes, sin mencionar la demora de la tramitación de los expedientes de los grados I y II debido a la situación de crisis económica.

Pero después de la tempestad siempre llega la calma, o al menos, el momento de recoger todo lo roto por el temporal. Desde 2016 y sobretodo en 2017, ya hay un aumento de los fondos destinados a la ley de dependencia. Empieza a subir la dotación económica de los ayuntamientos a los servicios de ayuda a domicilio, se van creando nuevas plazas de centro de día y, aunque mucho más tímidamente, se empiezan a construir residencias públicas en algunas comunidades autónomas.

cuidador

Con esta temerosa salida de la crisis, también se empieza a oír hablar de un nuevo producto para personas dependientes. Este nuevo producto ya se dejó ver sutilmente hasta la promulgación de la LAPAD, donde se congeló debido al nacimiento de este cuarto pilar del estado de bienestar, y ha permanecido así durante los años más duros de la crisis económica. Me refiero a los seguros de dependencia.

Según mi opinión, estos seguros nacen de la necesidad de la persona dependiente de disponer de un capital extra para poder afrontar el coste de los servicios especializados que precisa. Es sabido por mucha gente, que la mayoría de personas mayores reciben una pensión de jubilación que ronda los mil euros o que a veces ni llega. Un ejemplo es la cuantía económica máxima por cuidador no profesional que prevé de LAPAD, la cual ronda los 387€ al mes.

Ante esta situación, hay diferentes compañías que se han aventurado en crear seguros y coberturas para estas personas. Muchas de ellas lo que ofrecen es el pago un capital al contratante una vez se llega a una situación de dependencia, ya sea mediante un único pago o diferentes pagos mensuales. Otras van más allá y ofrecen unas horas de servicio de atención al domicilio anuales, un servicio de teleasistencia y hasta un número de teléfono donde poder hablar con algún enfermero, nutricionista, psicólogo o trabajador social para resolver dudas.

Leyendo y pensando sobre este producto, bien es cierto que quizá debido a mi formación de base en trabajo social, observo algunas cosas que me chirrían un poco. Me refiero específicamente a la caducidad de estas pólizas. Después de investigar un poco he visto que la mayoría están vigentes hasta máximo, entre los 75 y 85 años del contratante. ¿No os parece curioso? Justo a partir de la edad que estadísticamente más casos de dependencia se empiezan a producir, es cuando desaparece la cobertura. ¿Entonces, lo que cubren es quizá un dependencia causada por un accidente o una enfermedad sobrevenida? Porque, ¿Quien iba a contratar un producto cuya garantía se extingue cuando más se necesita?

Otros además establecen un periodo de franquicia de 3 meses, en los cuales no se paga nada al asegurado, y si una vez pasado este tiempo sigue habiendo dependencia, entonces el seguro empieza con el devengo de las mensualidades. Finalmente, aunque las combinaciones son infinitas, hay algunas aseguradoras que garantizan 12 meses de cobro de prestación si la persona dependiente fallece durante los primeros meses desde que se le ha reconocido como tal.

Aun así, hoy en día el nivel de contratación de estos productos sigue siendo bajo. A ello hay que sumarle que no están enmarcados ni legislados por la ley de dependencia, sino por la Ley 41/2007 de regulación del mercado hipotecario. Además, por parte de los promotores de este producto, el marketing realizado para darlo a conocer, generalmente brilla por su ausencia. No obstante considero que es un producto interesante y a tener en cuenta, ya que su evolución en un futuro puede dar mucho que hablar.

Para concluir, mi consejo es que la gente que quiera contratar este tipo de seguros opte más por aquellas entidades que garanticen sobretodo el acceso a los servicios especializados, ya que en su mayoría estos tienen mucha lista de espera pública o son bastante costosos y con la prestación a veces no se llega a pagarlos. En los tiempos que corren hay que reinventarse y como casi siempre, el sector privado con ánimo de lucro es el primero en pensar en ideas para futuro.

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