No hay tercera edad si el espíritu es rebelde

La tercera edad no es un límite si se tiene un espíritu rebelde

El fotógrafo californiano y residente en Londres Muir Vilder

Fotografiando a personas mayores rebeldes

Pareja fotografiada por Muir Vilder

siempre ha intentado retratar personas que desafían las convenciones sociales. En una visita a un club de baile conoció a Vidler Adrian Delgofee, de más de 60 años, pantalones de cuero y un arnés de cuero que estaba bailando solo solo. El fotógrafo se recuerda aplaudiendo a este hombre, mayor que su propio padre, que por la noche bailaba en vez de estar inactivo en frente de la televisión en casa. Esa fue la inspiración de la serie de fotos Rebels whitout a pause, Rebeldes sin pausa, que ha publicado en su página web y a través de Instagram y que trata de personas de la tercera edad que viven su vida según sus parámetros y no los que imponen las costumbres. Las fotos están llenas de encanto, admiración y afecto. Muir Vilder organiza las sesiones fotográficas en los domicilios de los retratados o en el sitio que estos eligen.

Las personas mayores posan con alegría y orgullosas de sí mismas, son jóvenes de corazón. Así, retrata a Isobel Varley por ejemplo, que con 77 años que figura en el Libro Guinness de los Récords como «la mujer mayor más tatuada del mundo», con más de 200 tatuajes. A ella se unen los los rockers Mick y Peggy Warner; Danny Lynch, «El Gran Strómboli», que sigue haciendo espectáculos como tragafuegos; Frankie «KnucklesLacy», Teddy Boy desde 1958; John Byrne, skinhead y aficionado a los videojuegos; Sid Ellis, aficionado a hacer punto y a los clubes de espectáculos; Steve Bell Boy y sus amigos, desde siempre mods, como Steve Howard al que todos conocen como Jurassic Mod; Ruairidh Clarke, activista nudista; o Adrian Delgoffe, skater.

Esta serie de fotos muestra a una serie de personas llegadas a una edad donde ya no tienen nada que demostrar y mucho que disfrutar, que se reivindican en su singularidad y que son un acicate para que el resto de personas mayores que las vean sientan que puedes seguir siendo ellas mismas, sin que la edad les obligue a tener «actitudes y comportamientos de viejo» por obligación, por que eso es lo que se espera de ellos.

Tener muchos años o vivir en una residencia de mayores no es una excusa para dejar de ser uno mismo. No hay que tener aficiones extremas por obligación, lo que hay que mantener es aquello que nos hace felices. La música, oírla o tocar un instrumento, bailar, practicar un deporte, pintar… son actividades que en una residencia de mayores, en casa en un centro de tercera edad, pueden cultivarse y seguir formando parte de nuestra manera de decirle al mundo cómo somos.

 

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