Qué pueden aprender nuestras residencias de mayores de las suecas

En este tercer post me gustaría explicar qué aspectos arquitectónicos considero que son directamente importables y cuales requieren de una interpretación o traducción para poder ser incorporados a nuestras residencias de mayores.

En los anteriores artículos he intentado explicar como las residencias en Estocolmo responden directamente a su cultura e idiosincrasia. Su idea de compartir al mismo tiempo que el celo a su propia privacidad, junto con el extremo respeto que tienen por la libertad individual de la persona configuran una manera de ser y una cultura que les es propia e intransferible.

Pero antes de entrar en materia, creo que vale la pena daros la definición de lo que yo considero Arquitectura

¿Que se entiende por arquitectura?

Entiendo por arquitectura aquella disciplina que se ocupa del diseño del entorno de las personas. Los arquitectos diseñamos calles, plazas, edificios para vivir, estudiar, trabajar, curarnos, cuidarnos, etc. Es una disciplina compleja porque requiere combinar tres aspectos determinantes:

• El Artístico: Todo lo que hace referencia a los espacios, volúmenes, colores, texturas, contraste, luz etc.
• El Técnico: Los edificios deben tener una estructura, ser sostenibles, proteger de las inclemencias atmosféricas, etc.
• Y el Social: Deben responder a las necesidades de las personas.

De alguna manera y para que se entienda el argumento, podemos decir que la parte artística es el “que”, la parte técnica es el “como” y la parte social es el “porqué”. Si no hay un “porqué” no tienen sentido ni el “qué” ni el “como”. En nuestra especialización, el “porqué”, es decir, conocer y entender las necesidades de las personas con demencia y la de sus cuidadores es imprescindible. A partir de este conocimiento, el “que” y el “como” pueden empezar a ser trabajados.

Partiendo de esta base, la arquitectura debe responder siempre a las necesidades de las personas, y éstas vienen definidas también por su manera de ser, su cultura y también por sus tradiciones. Pero no podemos olvidar que también deben responder a un aspecto de sostenibilidad económica, es decir ha de ser posible dentro de un presupuesto determinado. Por tanto, no todo podemos adaptarlo a nuestro sistema de forma directa, y por extensión, tampoco podemos copiar su arquitectura sin una traducción previa o una adaptación a nuestra manera de ser.

De qué manera podemos mejorar nuestras residencias de mayores a partir del modelo sueco.

Hay algunos aspectos que podemos tener en cuenta a la hora de proyectar una residencia, o de proponer una modificación o reforma, como pueden ser la búsqueda de espacios y materiales que nos acerquen a la imagen y la decoración de una casa en contraposición a la de una institución (hospital u hotel). Este es un aspecto que ya hace tiempo que los arquitectos especializados estamos trabajando con algunos éxitos.

Por otro lado, debemos ser conscientes que una unidad para personas con demencia de 9 plazas, en habitaciones individuales de 30 m2 y cocina americana dentro de las unidades, es una propuesta de difícil encaje en nuestro entorno. Primero, tendríamos un problema económico para la construcción por la dimensión de la residencia versus el número de plazas resultantes, y por otro, probablemente también en lo relativo a la ratio de personal, por no mencionar otros aspectos normativos que nos impediría disponer de cocinas abiertas en las unidades, y sobretodo que los propios residentes puedan manipular los alimentos que después vayan a comer. En este punto está claro que necesitamos una traducción para adaptarlo a nuestras posibilidades, tanto económicas, materiales como normativas.

Qué aspectos debemos traducir para poderlos poner en práctica en nuestras residencias.

El Dr. arquitecto Habib Chaudhury, director de la Facultat de Gerontología de la Universidad Simon Frasier de Vancouver en Canadá, entre muchos aspectos importantes, explica como la capacidad total de un centro no tiene nada que ver con la capacidad de cada unidad (Chaudhury, 2013). Uno de los aspectos que Chauhury destaca en sus conferencias y escritos es que unidades más pequeñas permiten que las personas con demencia tengan menos estímulos y por tanto, padezcan menos ansiedad y estrés, lo que mejoran de forma clara su calidad de vida. Al mismo tiempo también es muy importante conseguir estímulos positivos, es decir que tengan el efecto contrario, como pueden ser imágenes agradables: un bonito jardín desde una ventana, un mobiliario ordenado y limpio, etc. Todos estos aspectos se dan en el modelo nórdico que hemos visitado con Inforesidencias.com en Estocolmo, y creo que son claramente aspectos que se pueden introducir en nuestras residencias a partir de una adaptación.

Está claro que no llegaremos, en los tiempos actuales, a poder construir residencias con habitaciones de 30 m2 individuales para todos nuestros residentes, pero sí podemos hacer unidades más pequeñas comunicadas entre si, de manera de poder compartir un personal sin la necesidad de tenerlo que aumentar de forma exagerada.

Recientemente he podido proyectar en una residencia que construí hace ya más de 10 años, una reforma que ha consistido en la partición de una unidad que inicialmente era de 39 residentes, en dos unidades de 16 y 22 residentes. Se han creado dos espacios de convivencia comunicados visualmente, de manera que la atención a los residentes se puede realizar mejor por el simple he-cho de reducir los estímulos como son el ruido, la cantidad de personas presentes en la sala, etc. Los resultados son una mejora importante del bienestar de los residentes y también un trabajo más agradable para el profesional al que se le reduce de forma importante el “burn out”. Uno de los aspectos que ha provocado esta reforma ha sido que muchos de los residentes ya no tienen la necesidad de bajar a la planta baja donde los espacios eran más generosos. Y se quedan en la planta porqué disponen de espacios más cómodos ordenados y agradables. Esto ha reducido de forma drástica el tiempo de movilidad a través de ascensores lentos, y ha añadido una virtud más: una vestíbulo mucho más agradable para todas las personas, con espacios amueblados de forma más generosa, por la menor presencia de personas en planta baja.

Otro aspecto importante es la reducción de la superficie de los espacios de convivencia. En nuestro país estamos muy acostumbrados a los amplios espacios para poder celebrar grandes fiestas (verbenas, Navidad, día de San Valentín, etc.). Como decía al principio, la cultura de las personas y su forma de vivir debe ser la base del diseño de los entornos, y, por tanto, quizás es verdad que en una residencia hace falta un gran espacio para estos eventos. Pero si buscamos una imagen más doméstica, y unidades más pequeñas porqué todas las experiencias que conocemos en todo el mundo nos dicen que es la mejor manera para poder atender a nuestros mayores, algo tendremos que hacer al respecto. La solución es crear espacios más versátiles y adaptables a diferentes configuraciones que permitan estas celebraciones sin necesidad de tener siempre a las personas en espacios exageradamente grandes con el uso de mobiliario fácilmente modificable, tabiques móviles, etc.

Por tanto, no podemos copiar el modelo directamente, pero si podemos aprovechar el conocimiento del modelo para ir reduciendo, a medida de nuestras posibilidades, la capacidad de las unidades, dotándolas de una decoración más parecida a una casa.

El reto de la innovación a partir de la observación del modelo nórdico

En toda actividad humana, la investigación e innovación es la punta de lanza que nos permite avanzar hacia el futuro en búsqueda de la excelencia. Por tanto, si estamos todos de acuerdo en que unidades más pequeñas proporcionan mayor calidad de vida a los residentes y a sus cuidadores, debemos ser capaces de buscar la solución que nos permita implementar estas unidades más pequeñas con las circunstancias económicas y de personal que disponemos. Es evidente que esto no lo puede conseguir solo la arquitectura, porque en términos de personal hay muchas cosas que se pueden y deben hacer, pero la arquitectura puede ayudar mucho, como hemos visto. El sistema nórdico necesita trabajadores más polivalentes con una formación más global en la atención a personas con demencia. Por tanto, la formación permanente del personal es si duda un punto clave para la innovación.

Creo que en residencias de alta capacidad global se puede introducir alguna unidad especial, en la que se intente acercar la arquitectura al modelo de atención centrada en la persona como hemos visto en Estocolmo. En estos momentos estoy trabajando en un proyecto de ampliación de un centro de 117 camas, en el que proponemos la creación de dos unidades más de 8 y 9 camas, en dormitorios individuales de unos 20 m2 y todos los espacios necesarios con una cocina americana compartida. Es un claro ejemplo de innovación en nuestro sector en Cataluña que sabemos que se ha probado con éxito en el País Vasco.

Estoy impaciente por poner en práctica este proyecto y comprobar sus resultados.

Referencia bibliográfica:

Chaudhury, H. (2013). The Role of Physical Environment in Supporting Person-centered Dining in Long-Term Care: A Review of the Literature. 
American Journal of Alzheimer’s Disease and Other Dementias, 491-500

Marc Trepat Carbonell

Arquitecto

marc.trepat@bta.cat