Relatos desde Buenos Aires: Cronos y Kairós, una introducción

Amigos del blog.  Iniciamos la difusión de una serie de reflexiones que, con el titulo de #CronoMitos,  nos hace llegar generosamente  desde Buenos Aires Leandro Pavón. Esperamos que os deleiten como a nosotros.Leandro Pavón

Siempre me gustaron los encuentros: los fortuitos, los planeados, los accidentados. Oportunidades para sorprenderse, despertar la curiosidad. Encontrar y encontrarse en el silencio de la valiosa escucha del otro y con el otro. Así inauguro una seria de encuentros, relatos sobre la vejez desde la vejez y fuera de la vejez. Espero sea una buena oportunidad para conocernos y encontrarnos entre las palabras y las imágenes.

Primer Encuentro: Cronos y Kairós, una introducción

Si bien es verdad que somos sólo un ínfimo fragmento en el tiempo, también es cierto que somos todo ese cúmulo de historia pasada que nos engendró, y si el motor es la inconciencia…eso quiere decir que cada paso que damos nos acerca más a un punto cero, sin embargo entonces, cuanto más parece que se reduce el terreno, en realidad más amplio está. El tiempo es invisible como la música, podemos alcanzar a sentir vestigios de su paso pero cuando damos vuelta ya no está allí…está en otro lado.

El tiempo siempre fue un misterio para la humanidad, la concepción de su finitud así como la idea del tiempo como algo efímero que se escurre como agua entre los dedos. Ha suscitado ensayos filosóficos de diversas índoles y categorías desde el tiempo de los griegos, que nos han dejado registro con sus conceptos del Cronos y del Kairós.

Es notable la existencia de tres personajes mitológicos relacionados con el tiempo: Cronos, Aión y Kairós.

Los filósofos griegos entendían que estos nombres eran personificaciones de conceptos abstractos relativos al tiempo. Por esta razón, quizá podían ellos profundizar en esta realidad mucho más de lo que hayan podido hacer otras civilizaciones. Cronos era un Titán, el menor de los dioses que Gea (la Tierra) engrendró de Urano (el Cielo). Cuenta Hesiodo en su Teogonía que Cronos envidiaba el poder de su padre. Por otra parte, Gea no perdonaba que Urano hubiera encerrado en el Tártaro a los Cíclopes y a los Hecatónquiros, así que incitó a sus hijos a que se rebelaran contra su padre y le derrocaran. Sólo Cronos aceptó la propuesta de Gea y, mediante una hoz de pedernal, castró a Urano, cuando éste se aprestaba a unirse a Gea.

Urano maldijo a Cronos y le vaticinó que también él sería derrotado por sus hijos. Éste es el motivo por el que se suele representar a Cronos como devorador de sus hijos. De manera simbólica se descubren en este relato de Cronos enseñanzas importantes: el tiempo lo domina todo y la vida humana no es una excepción. ¿No resulta sorprendente que este gobierno de Cronos se haya producido después de una acción tan deshonesta como la castración de su propio padre, el Cielo? ¿No es posible advertir aquí la esclavitud del tiempo cósmico y el anhelo de una vida que esté más allá de la muerte, de un tiempo “que sea superior al espacio”? ¿Cómo no reconocer el influjo de estas ideas mitológicas en Platón, uno de los principales filósofos de la Grecia clásica, quien concebía el Kosmos y el tiempo (Cronos) en términos de caída o de pecado original? Los grandes pensadores griegos son deudores de estas ideas mitológicas: Cronos no es el tiempo originario, sino que procede y es ontológicamente dependiente o procedente del Aión, es decir, la eternidad.

El tiempo (Cronos) fue definido por Aristóteles como “el número o medida del movimiento, según un antes y un después”, una línea de infinitos instantes que pueden ser sustituidos por números. Ciertamente, cabe la ciencia exacta en el estudio del tiempo, pero éste no encuentra su fundamento en sí mismo, está pidiendo un sentido o razón, que está fuera de él, que no es físico, sino metafísico. Cronos es el tiempo imperfecto, pura imagen especular del tiempo perfecto que es la eternidad. ¿Dónde está la diferencia entre la perfección y la imperfección del tiempo? En algo muy sencillo: la eternidad es la duración sin principio ni fin, la totalidad simultánea de todos los tiempos. En el tiempo perfecto no existe la sucesión: todo está presente simultáneamente. Eso que a los hombres les está ofrecido como un anhelo vital inalcanzable, los griegos lo personificaron con el nombre de Aión.

El Aión trasciende el mundo pero eso no significa que no se encuentre en él. Paradójicamente, es precisamente el presente el momento en que Aión aparece o se desvela, pero un instante que no está desvinculado del antes y del después. El ser y el devenir; lo permanente y lo cambiante; este es uno de los grandes temas de la filosofía griega, que se ve reflejado respectivamente en los conceptos de Aión y de Cronos. No existe un único tiempo…todo concepto humano tiene el fin de ponerle un nombre, clasificar y explicar un fenómeno para poder comprenderlo mejor, pero eso no significa que no pueda cambiar con el transcurso de la historia o que no sea posible hallar uno mejor, o distinto. Como no podemos frenar su curso (para eso tal vez existe la ficción, la imprenta, fotografía, cine y la ilusión de la descendencia.) se rodea de un áurea de intocable, inalterable, llegando a salpicar a su medio y a solidificarse en la forma habitualmente circular del reloj. Y no en vano el transcurso de las agujas es circular, las expresiones no son gratuitas. ¿Nunca han tenido la impresión de que las agujas y su paso no nos representan?, ¿Qué hay días, o más aún, periodos de nuestra vida en que el tiempo transcurre más veloz, así como otras más lento? Es personal, y arbitrario, retomando a los griegos, que justamente dedicaban mucho a estos menesteres, no existe un único tiempo y puede ser calificado de muchas maneras.

Cronos es el tiempo que es inevitable, sobre el cual no tenemos dominio, nos pasa por encima, y si bien tiene un principio y un fin, al mismo tiempo nos precede y trasciende…el tema es complejo. Sin embargo podemos hacer sobre él, es la huella que dejamos sobre él, esto mismo que sostienen en sus manos es un intento de hacerlo. La cantidad de tareas y obligaciones a través de la cual llenamos ese vacío del tiempo, un tiempo que muta, es pesado o ligero, rápido o lento, se asocia a los años, a la imagen del espejo tanto como a la que nos devuelven los demás en su mirada, es un límite que impone finitud. Un plano de limitación humana. La naturaleza del Cronos es cuantitativa, Cronos es la medida del tiempo que nuevamente cobra sentido en la figura de los antiguos relojes de arena, con una parte más ancha y otra más angosta…ni bien se acerca el final. Es nuestra forma más comúnmente recurrida de organizar la vida, las actividades, es controlador y organizado. Nuestras vidas están regidas por el Cronos, que es fuerte y por supuesto necesario. Cierto grado de estructura es necesaria para avanzar…como los rieles para el tren, o las calles para los automóviles… ¡hasta los aviones poseen rutas aéreas que deben respetar! Pero estamos tan ocupados en cumplir con el Cronos, con esa clase de tiempo, que nos olvidamos de participar en él. De eso también trata este libro…de las cosas que el hecho de estar sumidos en rutinas diarias (que se llevan la vida entera.) nos hace olvidar e ignorar.

De la palabra Cronos devienen términos tales como cronómetro, cronología, cronograma, las pistas están allí, solo hacen falta ser leídas con detenimiento, algo que también es perfectible de atenderse. También hay otros registros de las impresiones que el Cronos produce…en la película del mexicano Guillermo del Toro, precisamente titulada Cronos (1993) adonde un estupendo Federico Luppi protagoniza a un anticuario que encuentra una añeja reliquia cuyo poder es prolongar la vida (¡vencer al tiempo cronológico!) pero produciendo a mediano plazo como costo una desmedida sed de sangre a su portador. El director la definió como una fábula moral sobre el deseo de no perder el alma y la virtud (algo de lo que también hablaron mucho los griegos.) y es lo que nos emparienta con el Kairós. Kairós no es un propiamente un dios, sino más bien un duende, hijo de Zeus -y por lo tanto, progenie de Cronos- y de Tijé (diosa de la suerte). Kairós es la oportunidad, el momento oportuno, que se ofrece al hombre y que hay que saber aprovechar. Podría decirse que el Kairós es la percepción subjetiva y a la vez certera de que podemos no ser esclavos de cronos: hay oportunidades, momentos, ocasiones en las que el tiempo desvela su sentido de eternidad. Si no hubiese Aión, tampoco existiría Kairós. El Kairós es todo un acontecimiento.

El Kairós no mide el tiempo, sino su participación en él. Su naturaleza es cualitativa, extrae el significado de materias más etéreas, como el clima percibido o el ambiente reinante. ¿Cuán a menudo nos “hacemos” con los conceptos?, en el sentido de hacerlos nuestros, propios, vivirlos… ¿y hasta qué punto estamos dispuestos a modificar realmente nuestro estilo de vida?, yo he podido comentar con gente la idea de cómo los celulares han modificado y alterado el modo de la comunicación y no siempre para mejor. Y mis interlocutores han estado de acuerdo…pero todo en un plano teórico, después en la realidad no están dispuestos a dar el paso para dejarlo aunque habían aceptado la existencia de los defectos y perjuicios que conllevaba su uso. Por supuesto ponen excusas para no hacerlo, algunas con mucha validez, y digo ponen, ponemos y pongo yo mismo mis excusas.

Cuanto más elaborado es nuestro pensamiento de mayor validez serán las excusas, ya que están destinadas a conformarnos más a nosotros mismos que a los demás, pero se tratan sólo de eso. El mecanismo humano de anquilosamiento. El mismo que sostiene y edifica la validez de los nuevos mitos que van surgiendo: los Cronomitos. Suben nuevos paradigmas, caen los viejos, nuevas modas reemplazan a las viejas, cada tanto una nueva corriente reivindica lo que décadas atrás otra defenestraba, en muchos casos con el aval de la ciencia, pero hay algo que no cambia, la naturaleza humana. Así como el tiempo que estamos nosotros en el mundo, que por mucho que se prolongue es finito…lo que sí puede modificarse es lo que nosotros hagamos con él. Eso sí que se encuentra dentro de nuestro control y sin poner excusas (a las cuales es tan afecto el ser humano) de condicionamientos, las diversas situaciones de vida que nos ha tocado, porque a algunos más a otros menos, pero cada uno en su entorno tiene la posibilidad de implementar cambios, porque el cambio más importante no requiere capital económico sino voluntad mental y espiritual, lo cual está al alcance de todo aquel que trabaje por ello desde este mismo instante. En un mundo donde cada vez menos cosas están en nuestro poder, donde parece avasallarnos la maquinaria social, burocrática y política…darle calidad a nuestro tiempo, darle sentido, es una de las oportunidades que tenemos en nuestras manos. Una oportunidad sólida de las que no se escurren entre las manos. De eso se trata el Kairós, y si lo vemos así deja de ser un concepto, una abstracción, y pasa a ser algo más bien real. Imaginemos el cuadro de Salvador Dalí “La persistencia de la memoria”, porque de eso se trata dejar de lado la tiranía del Cronos. No se mide sino que se participa en el tiempo, uno gana protagonismo, y deja de ser un engranaje más. ¿No hablaba de eso sino el gran Charles Chaplin en su película “Tiempos Modernos” (1936) cuando su operario era cooptado literalmente por la maquinaria? Ahora estamos en la Post-modernidad, pero no se han popularizado las máquinas voladoras por las calles o usamos ropa plateada inflable como se vaticinaba en proféticos vaticinios futuristas, hasta comienzos del siglo XXI el estilo de vida no había cambiado demasiado del de nuestros padres o abuelos décadas atrás…lo que realmente cambió el mundo, porque cambió la forma de pensar y relacionarse de la gente fueron la Internet masiva y los celulares. Una vez que llega una revolución de tal magnitud no retrocede jamás y se instala tan profundo que resta lucidez y perspectiva para revisarla críticamente. Pero ni Internet ni los celulares han cambiado esa fagocitación en que subsume la tecnología.

Para Friedrich Schelling, el filósofo alemán, la función de la filosofía del arte sería dar cuenta de la especificidad de la actividad, no ya en su dimensión social, y ni siquiera en sus aspectos psicológicos o temporales de esa intuición productiva que surge de la intimidad del yo, sino en su proyección ontológica, como manifestación profunda de la naturaleza divina de la cual emana la vida. “Yo me refiero a un arte más sagrado, a ese arte que, según expresiones de los antiguos, es instrumento de los dioses, revelador de misterios divinos, manifestación de las ideas, de la belleza ingénita cuyo rayo inmaculado sólo ilumina interiormente las almas puras y cuya figura permanece tan oculta e inaccesible a los ojos sensibles como la verdad misma. El filósofo no puede ocuparse de nada de lo que el sentido común llama arte, para él el arte es una manifestación necesaria que surge directamente de lo absoluto y que es real sólo en la medida en que puede exponerse y demostrarse como tal”. Schelling nos habla también del Kairós, como expresión individual de un fenómeno que escapa a explicación racional, encender nuestra propia llama, existe el arte que proviene del cerebro, y aquél que viene de un sitio más recóndito, de la intuición, cuyo método de búsqueda también es otro, eso nos emparenta con el resto, algo primitivo que nos trasciende, fundiéndonos con los demás.

Por eso mismo termina escapando a los límites del Yo. Existen conceptos que son universales, se han dicho de cientos de formas, múltiples idiomas, reproducidos mediante metáforas, como los sueños mismos, y siento que cuando uno aprende algo cambia, y hay aprendizajes poco ortodoxos, experiencias donde no se sabe bien en que terreno se entra, pero un impulso superior nos arrastra…algo así me sucedió con la confección de este libro. Pensaba conocer la materia en la cual me adentraba, y mientras más escuchaba, más veía, descubrí que era inmenso como un océano lo que me faltaba por aprender. Existen cosas nuevas esperándonos por conmovernos a todas las edades, mundos por explorar, descubrir, y tal vez aún más importante, ¡por inventar! En la película “La juventud” (2015) Paolo Sorrentino habla de algo que aquí veremos a menudo plasmado en casos reales…el desafío de vaciar de contenido las palabras, hacer “tabula rasa” y dotarlas de un nuevo contenido…no existe edad para ser viejo, no existe edad para ser joven, el espejo y la mirada de los otros son sólo reflejos que pueden no ser toda la verdad existente…y de hecho no lo son. Mediante historias de habitantes de un spa de lujo que no difiere en demasía del sanatorio de los personajes de “La montaña mágica” de Thomas Mann, se da la conjunción de personas de diferentes orígenes sociales y etarios que por diferentes motivos, algunos escapando y otros buscando, encuentran aquello que habían perdido. Sólo que a menudo hace falta ayuda. Reiteradas veces nos encontraremos con el tópico del arte en la vida…y es porque creo con convicción que nos enriquece y es una fuente de la cual bebemos una y otra vez para regenerarnos, reinventarnos, se halla presente en la vida de todos de un modo u otro, y nos une con los demás además de converger en un puente con nuestro propio interior.

Me gustaría pensar que la lectura de estos testimonios no nos deje indemnes, nos modifique en algo nuestros modelos de pensamiento, se agregue una capa que llegue para quedarse, a los lectores y a mí tanto como sé que lo ha hecho con ellos, los protagonistas en primera persona, pudiendo compartir durante el transcurso que dio forma a estos conceptos sus vidas, y aprender como lo hicieron ellos para implementarlo en la nuestra.

Un poco sobre el autor:

Mg. Leandro Pavón

Magister en Gestión de la Comunicación de la Organizaciones (Universidad Austral), MBA en Dirección de Empresas (Universidad de Deusto – España) Licenciado en Ciencias Políticas (Universidad Católica Argentina), Profesor de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Coordinador del Área de Tercera Edad del Instituto Municipal de Discapacidad y Adultos Mayores (Imdiam) – Municipio de Lomas de Zamora – Provincia de Buenos Aires, Gerente de la Fundación España, Coordinador pedagógico del Curso Nacional de Cuidadores Domiciliarios Polivalentes de la Dirección Nacional de Políticas para Adultos Mayores – Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia – Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Consultor en gestión del cambio cultural en las organizaciones para organismos públicos y organizaciones privada. Director de Leandro Pavón y Asociados, asesores en gestión y comunicación gerontológica.

#CronoMitos, Una mirada a la vejez sin muchos prejuicios

Siempre me gustaron los encuentros: los fortuitos, los planeados, los accidentados. Oportunidades para sorprenderse, despertar la curiosidad. Encontrar y encontrarse en el silencio de la valiosa escucha del otro y con el otro. Así inauguro una seria de encuentros, relatos sobre la vejez desde la vejez y fuera de la vejez. Espero sea una buena oportunidad para conocernos y encontrarnos entre las palabras y las imágenes.

 

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