El futuro del sector de las residencias de mayores

La pandemia mundial de covid-19 está dejando un gran número de afectados. Por sus características, la población más afectada, con una alta tasa de mortalidad, está en la franja de la tercera edad (según datos del Ministerio de Sanidad, el 80 % de los fallecidos por el virus tenían más de 70 años). Esta circunstancia y situaciones particulares de cada residencia geriátrica que se deben analizar con rigor y cautela (condiciones de seguridad, reacciones tardías, etc.) han hecho que se imponga una reflexión sobre el modelo de atención y de negocio que supone la atención a los mayores que precisan de una solución residencial.

Según datos del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), en España hay 5457 centros que ofertan 381 158 plazas. Por sexos, el 70,4% de los usuarios son mujeres. Y, por edades, el 81,8% de los mayores alojados en una residencia tienen 80 o más años. El índice de cobertura de este servicio es del 4,21%. Es decir, que hay plazas para el 4,21% de los mayores de 65 años. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una ratio de cinco plazas por cada 100 personas mayores de 65.

De los 5457 centros, 1394 son de titularidad pública, independientemente de la gestión y 4063 son de titularidad privada. La media nacional arroja el siguiente saldo: el 74,4% de las residencias de personas mayores en España están en manos privadas y acogen una media de 69,8 plazas por residencia. Del total de plazas, 381.158, 227.819, el 59,8%, son de financiación pública y el resto, el 40,2%, privada.

Antes de la pandemia, futuro del sector de las residencias era claro. El negocio de las residencias era uno de los de mayor proyección económica en el mundo. El envejecimiento de la población y el aumento de esperanza de vida auguraban una progresión rápida y larga en el tiempo que ha llevado a la creación de grandes grupos dedicados al cuidado de las personas mayores, abarcando desde la atención domiciliaria hasta la residencia para personas con grandes dependencias.

Con la crisis sanitaria y los efectos devastadores que se han producido, no en todas las residencias, pero sí en las suficientes como para suponer una noticia de impacto y crear alarma social, el negocio de las grandes compañías de servicios sociosanitarios se ha puesto en cuestión y ha pasado de ser una apuesta segura de inversión a un valor que se retrae, hasta el punto de que algunos analistas consideran que se tardará unos dos años en recuperar las tasas de ocupación de antes de la pandemia.

Los planes de inversión y expansión a largo plazo, se han paralizado. Las cotizaciones en bolsa de las grandes compañías internacionales han sufrido fuertes pérdidas. Las tres grandes firmas en España son DomusVi, Orpea y Vitalia. No hay que olvidar que estas grandes compañías tienen centros en varios países europeos (Orpea, que cotiza en la bolsa de París, está presente en veintidós países y tiene más de 50 establecimientos en España, Domusvi, de capital francés, está presente en seis países (Francia, España, Portugal, Chile, Uruguay y Colombia) y tiene 156 residencias en nuestro país), y que en todos la enfermedad se ha manifestado de manera especialmente virulenta en las residencias para mayores. Esto ha llevado a bajadas en bolsa y a la paralización de proyectos.

futuro del sector de las residencias

En España, los centros de mayores españoles facturaron más de 4.500 millones (datos de DBK de 2018) y que ha recibido fuertes inversiones en los últimos años del capital riesgo. Según datos de Savills Aguirre Newman, hasta septiembre de 2019, la inversión en residencias de la tercera edad en el conjunto de Europa había alcanzado 700 millones de euros. Se prevé que la demanda de plazas en estas residencias aumente en 100 000 unidades hasta 2030; en España, con su situación demográfica, es razonable pensar que la media de cobertura para personas mayores de 80 años, que está en el 13 %, se acerque la media europea, que se sitúa en el 18 %.

En la incidencia de la pandemia han influido múltiples factores, por eso hay residencias que no han tenido apenas enfermos y otras han estado muy afectadas. Entre estos factores influye el tamaño de los centros, el diseño arquitectónico (habitaciones individuales o dobles, distribución de los espacios comunes, facilidad para aislar a personas enfermas o sospechosas…), la calidad de la atención (ratio de profesionales por número de internos, su formación y sus salarios, material disponible…), y temas de gestión particular de cada residencia, como la adopción de medidas rápidas y oportunas, la capacidad de comprar equipos de protección y test. También influye que el centro esté localizado en una zona geográfica afectada. Desde el sector se argumenta que las residencias no son centros sanitarios, sino asistenciales, por lo que no podían dar un servicio para el que no están preparadas ni se les exige, y debería haber habido una mayor agilidad para los traslados a hospitales de las personas enfermas. Pero, ¿cuántas muertes en residencias ha habido en España?

La vuelta a la normalidad y a las tasas de ocupación previas a la crisis sin lugar a dudas pasará por implementar cambios en los modelos de atención. Estos cambios ya se estaban dando en algunos países y algunas compañías empezaban a desarrollarlos, con experiencias muy positivas que se han visto truncadas por la situación sanitaria.

A largo plazo, es de esperar que la situación se recupere. La tendencia mundial al envejecimiento es una realidad que sigue imparable. Sin embargo, en el corto y medio plazo la situación puede ser más complicada. Probablemente deberán reorientarse los servicios, reorganizar la atención e invertir en más personal y materiales, reestructurar los centros, invertir más en unidades pequeñas especializadas y menos en macrocentros, etc., aunque eso redunde en un beneficio empresarial menos abultado.

También las administraciones deberán estar vigilantes a que se cumplan las normas, ajustar la legislación lo que sea necesario y vigilar en las concesiones de plazas que prime la calidad de atención en vez de la oferta más barata. Esto debe llevar a pliegos de condiciones que prioricen ratios de personal, salarios dignos, condiciones materiales y otro tipo de cuestiones antes que las económicas.

La realidad indica que en el futuro del sector de las residencias a la tercera edad, sea cual sea su evolución a raíz de esta crisis, seguirá siendo una parte esencial de la atención y cuidado de las personas mayores. Así, se puede pensar que cuando la situación se normalice, se pueda asumir un aprendizaje que haga que se solucionen problemas que hasta ahora parecían irresolubles y se planteen nuevas y mejores maneras de cuidar.

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