Visitamos la residencia de tercera edad Langelsheim en Alemania

Durante la visita geroasistencial a Alemania 2016 organizada por Inforesidencias.com a la que han asistido 25 directores y gerentes de residencias de Comunidad Valenciana, Cataluña, Cantabria, Asturias y la Rioja, hemos tenido la ocasión de visitar la residencia Longelsheim (www.seniorenreidenz-langelsheim.de).

El grupo en la entrada de la residencia geriatrica

La residencia es privada y cuenta con 78 plazas, todas ellas ocupadas por personas mayores que, en algunos casos reciben ayuda pública del sistema alemán de dependencia.

La residencia de tercera edad Langelsheim fue construido en 2004 y después vivió un aumento de capacidad.

Algo que me ha gustado mucho, desde que hemos llegado a la residencia es que, cuando nos han hecho las explicaciones pertinentes, han invitado a estar en la sala a dos representantes de la asociación de residentes (dos encantadoras mujeres de 89 y 92 años).

Nos han explicado un sistema de trabajo y atención que podríamos considerar como “tradicional” o sea, no basado en unidades de convivencia.

La residencia está dividida en plantas, cada una identificada con un color y, en lo que a decoración y distribución se refiere, no nos ha llamado la atención.

Sí lo ha hecho el buenísimo estado de mantenimiento. El Sr. Koch, propietario del centro junto con su mujer Karin Koch, nos cuenta que cada semana se realiza un análisis exhaustivo del centro y se hace una lista de las cosas a arreglar.

En la parte de instalaciones resulta curioso que la residencia cuente con una unidad de cogeneración que le permite utilizar la caldera para calentar el centro y producir a la vez electricidad que consume y vende al sistema. Al final, nos cuenta, la actividad generadora se convierte en un ingreso más del centro.

Sobre el funcionamiento y su relación con la administración, algo que el grupo quiere conocer, nos hablan del sistema de certificación de calidad que aplican las autoridades alemanas.   El sistema agrupa unos ítems en cuatro bloques (atención, cuidados a la demencia, higiene y dormitorios) al que une uno adicional de “clima de cuidado”. Los cuatro primeros, según nos cuentan, se obtienen tras pasar una auditoría en la que el inspector, básicamente mira papeles. La quinta, hablando con los residentes y observando.

El resultado es una nota que puede variar entre 1 y 6, siendo 1 la mejor.

Los Sres. Koch no están nada felices con este sistema de evaluación de la calidad (algo que ya hemos oído en otros centros) por lo que su residencia ha optado por obtener otro certificado de calidad que, a su entender, refleja más correctamente el cuidado que prestan. Información sobre ese certificado aquí (www.heimverceichnis.de).

Como casi siempre, cuando hablamos con directores de residencias en estos viajes, surgen las pregunta de rigor:

– ¿Cuánto cuesta una plaza en la residencia? Entre los 2.000 y los 3.000 Euros de los que, muchos pagan una parte gracias a las ayudas a la dependencia.

– ¿Ratio de personal? La atención directa, formada principalmente por enfermeras y auxiliares de enfermería (con varios nombres y subcategorías) alrededor del 0,45. La de atención indirecta (limpieza, cocina y mantenimiento), alrededor del 0,22.

Sobre este aspecto, nos explican que médico, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional… son profesionales de los que no dispone la residencia y que pueden venir de fuera pagados por la sanidad pública o por el propio residente según necesidad o voluntad.

Bolsitas con olores familiares para los mayores con demencia

La bañera es una parte importante de la vida de los mayores alemanes

– Coste empresa de un empleado: Unos 3.000 Euros al mes.

Como siempre, estos son datos que da el gerente durante una conversación informal, no obstante pueden servir para hacerse una idea de cómo son las cosas.

Un capítulo especial en la visita a esta residencia es la cocina. Cuentan con el sistema Apetito, que consiste en que la residencia compra la comida “casi cocinada” y ultra congelada a una empresa que, además del alimento pone en el centro un horno para su regeneración. El sistema, que también existe en España (Arcasa) y que ya funciona en alguna residencia y hospital promete un control nutriticional perfecto, desaparición de las mermas y la posibilidad de reducir de forma importante el personal de cocina. Durante la visita nos enseñan cómo van a preparar unas patatas con verdura y unos canalones que después comeremos nosotros. El sistema consiste en sacar los bloques del congelador, ponerlos en unas bandejas en los que caben perfectamente, meterlos en un horno programable en el que sólo hay que introducir un código para que éste se caliente, introduzca según los casos calor seco, vapor o una combinación.

El resultado lo probamos un rato más tarde, después de haber visitado la residencia.

Si no me hubiesen dicho que era congelado no me hubiese dado cuenta. El sabor es agradable.

Los asistentes plantean varias preguntas: ¿Cuánto vale? ¿Hay platos adaptados al gusto español? Esa pregunta es importante ya que, aunque la comida sea buena hay “algo” que te dice que lo que comes no es “de casa”. La respuesta es que están ampliando su catálogo con platos más españoles como canelones con bechamel en vez de tomate.

La comida no deja indistinto a nadie. La cuestión sobre si acabará imponiéndose depende mucho de cómo den respuesta a las preguntas.