El riesgo de perder la autoestima cuando se es mayor

La tercera edad y el riesgo de perder la autoestima

Llegar a mayores es una conquista social y sanitaria, pero alargar la tercera edad también es un reto que coloca al ser humano ante la tesitura de gestionar muchos años en los que la merma de capacidades y las situaciones de duelo pueden llevar a estados de pérdida de autoestima y con ello problemas de depresión o ansiedad.

No es fácil gestionar la pérdida de capacidades físicas y mentales. Normalmente, aunque sean procesos paulatinos, ciertos detonantes como una caída o un olvido de una cita que antes no se hubiera pasado provoca la sensación de que conciencia del deterioro propio, y eso incide de forma directa en el concepto que la persona tiene de sí misma como alguien inútil o mermado.

La importancia de la autoestima

No es menos importante la pérdida de las personas que forman parte de la red social de contactos, bien sea por fallecimiento, porque se van a vivir a una residencia de mayores, porque se trasladan a la ciudad donde vive el hijo u otras múltiples causas, a veces simplemente, es que los familiares y amigos no quieren estar con la persona mayor, por las historias personales que se acumulan con los años y ahí se inicia una espiral difícil de romper: «nadie viene a verme, en consecuencia no hago nada por ver a nadie», mi carácter se vuelve más difícil y como es complicado tratarme mi familia no viene, etc.» son círculos viciosos que se retroalimentan de forma perversa.

A veces los factores sociales y los físicos se unen. Con estas condiciones no debe extrañarnos que la autoestima sufra graves daños y que aumenten depresiones.

autoestima en la ancianidad

La autoestima es muy importante en la tercera edad

Es necesario trabajar la autoestima desde los centros de mayores, las residencias geriátricas o los centros de salud por mantener elevada la autoestima en la tercera edad de manera que las personas mayores cuenten con seguridad y confianza para relacionarse con los suyos, realizar actividades o emprender proyectos con independencia.

Afortunadamente, cada vez son más las personas mayores dejan a un lado los prejuicios sociales que encasillan a la vejez como periodo de baja creatividad y productividad y, al contrario, su actitud vital ante el deterioro y las dificultades determina una vivencia más plena y un enriquecimiento social.

No es fácil. Siguen vigentes estereotipos que recluyen a la persona mayor en ciertas actividades y las excluyen de otras, así nos parece normal que jueguen la partida en el bar de la residencia geriátrica o en el club del jubilado y sorprendente que jueguen en línea una partida de cartas con contrincantes en el otro lado del mundo, cuando el hecho es en esencia el mismo: el juego como elemento socializador, de ocio y de mantenimiento de la actividad mental.  Es decir, la sociedad condena en cierta manera a las personas a que cumplan con determinados roles a medida que cumplen años.

Otro gran problema es la tendencia a infantilizar a las personas mayores, pensar que no tienen deseos y opiniones adultas e informadas o que lo que dicen son ocurrencias trasnochadas que hacen mucha gracia. En una falta de respeto disfrazada por una actitud en apariencia de atención y cariño.

Todo esto hace que la persona sienta poco afecto por sí misma y se reduzca su autoestima. Es la mejor manera de iniciar el círculo vicioso de al tener baja la autoestima sentirse triste, inseguro, no salir de casa, no hacer cosas productivas… y eso lleva atener menor autoestima.

Una forma de romper el circulo es fomentar la participación de las personas mayores, si de ellas no sale de manera espontánea, en actividades de ocio que les permitan sentirse bien consigo mismos, acercarse a su familia y amigos o incluso ampliar su círculo social.

Los síntomas de depresión no suelen pasar inadvertidos si se está atento, es necesario que en las residencias de mayores se trabaje para que la sensación de estar fuera de lugar o la falta de visitas o relaciones no sea un problema inabordable y, cuando la persona mayor está en su domicilio o vive con familiares, también es importante tener en cuenta algunas premisas.

A continuación se ofrecemos un listado de acciones y actitudes que van directamente encaminadas a fomentar la autoestima de las personas mayores, vivan donde vivan y, con ello mejorar su actitud y que disfruten de la vida y sus oportunidades:

  • Potenciar sus capacidades y su autonomía. No tratar a la persona mayor como si estuviera impedida cuando no lo está. Dar todo hecho puede ser cómodo para las dos partes, pero impide que sean autónomos y acelera la degeneración física y mental. Las personas deben tener responsabilidades y obligaciones, se seguirán sintiendo útiles y capaces.
  • Respetar las opiniones de los mayores, sobre todo en los temas que le conciernen directamente. Debe ser la voz principal en las decisiones que afectan a su vida.
  • Ayudar a las personas a mantenerse activas, tanto física como mentalmente: proponer actividades como paseos, ir al cine, jugar, conversar…, en definitiva, salir de casa o la residencia y disfrutar de lo que hay fuera.
  • Fomentar sus relaciones sociales. Ofrecer actividades que le impidan encerrarse en sí mismo y que le integren en grupos de ocio, tertulias, clubes de lectura. Integrarle en la familia, que intervenga en conversaciones, escucharle, proponerle actividades en común…
  • Ayudar a que acepte sus limitaciones para vivir con ellas, no para que deje de hacer de todo. Ponerse metas realistas que hagan ver que se puede seguir haciendo algunas cosas o que simplemente, se cambia de actividad, hace que al lograr a ellas la persona se sienta mejor y motivada.
  • Es importante mostrar una actitud positiva con la persona mayor e intentar que esta también la tenga. Enfocarse en las cosas que se pueden hacer e intentar ver lo positivo es una costumbre saludable que mejora la imagen propia ante los demás y hace que las personas se sientan mejor con ellas mismas.
  • Es necesario que la persona mayor se sienta útil e importante para alguien. Las tareas domésticas, apuntarse a una ONG, adoptar una mascota, formar parte de un coro o de un grupo de teatro. Se trata de encontrar ocupaciones gratificantes que incluyan a las personas en su entorno y aviven la curiosidad e inquietud.

Como resumen, contra la falta de autoestima la mejor arma es la actitud vital. Podemos y debemos ayudar a las personas mayores a que sientan que son importantes y útiles, y a que disfruten con nosotros de la vida.

Una respuesta hasta ahora

  1. Ruyago dice:

    Sin duda me parece un tema muy importante a tratar en una sociedad cada vez más envejecida.