Personas centenarias en forma

Ser centenario y estar en forma no es una utopía El número de personas centenarias en España (aquellas que superan los cien años de vida) aumenta de manera lenta pero firme cada año. El envejecimiento de la población se asocia generalmente a que si bien se vive más, eso no es sinónimo de vivir en las mismas condiciones, pues a medida que se cumplen años el deterioro físico y cognitivo se acelera.

La supercentenaris Jeanne Louise Calment

Jeanne Louise Calment, la mujer que más ha vivido, 122 años, un verdadero ejemplo entre personas centenarias

Podemos llegar a los 125 en plena forma

Ante esta tesitura, existen investigadores como la bióloga Coral Sanfeliú, experta en antienvejecimiento y neurodegeneración del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Barcelona, que sostienen que se puede llegar a cumplir la provecta edad de 125 en plena forma, siempre que se siga una dieta sana, se realice físico adecuado a la edad, una intensa gimnasia mental, se duerma al menos seis horas diarias y se mantenga una vida social enriquecedora. Tampoco es desdeñable disfrutar de la naturaleza para aminorar o retrasar la aparición de enfermedades neurodegenerativas o beber un vaso de vino diario, pues contiene revesratrol y la melatonina. De vez en cuando aparecen titulares que llaman la atención poderosamente, con frases tan rotundas como que la inmortalidad no solo es posible, sino que estamos relativamente cerca de conseguirla.

¿Sería buena la inmortalidad?

Desde luego sería una gran debate plantear si sería deseable, no solo para la sociedad sino para nosotros como individuos, que la inmortalidad fuera una realidad, pero lo cierto es que sería un debate sobre una fantasía que, una vez se profundiza en la noticia, juega a hacernos creer la tecnología y la biomedicina son los nuevos dioses que deciden el destino de las personas. Sin embargo, lo cierto es que gran parte de nuestro destino y de la oportunidad de llegar a centenario y más está en nuestras manos, es decir, en nuestros hábitos de vida y en nuestra manera de afrontar el envejecimiento y relacionarnos con los demás.

Afrontar los años con alegría es una de las claves del superenvejecimiento

Como dice la investigadora a la que hacemos referencia, la ciencia, la medicina, los servicios sociosanitarios han sido claves para aumentar la esperanza de vida de calidad, pero también está demostrado que afrontar los años de envejecimiento con alegría, con relaciones significativas y haciendo cosas útiles es fundamental. No se trata de trucos o tratamientos para llegar a los 125 años, las personas centenarias indican que el secreto es cuidar lo que se tiene y sacar partido a nuestras capacidades.

Aunque la ciencia apunta a que incluso se puede superar esa edad, más allá exigiría intervención médica, que siempre tiene efectos secundarios. En el envejecimiento, la genética supone un 25 %, el resto son hábitos de vida y ahí debemos hacer hincapié en nuestra sana y cardioprotectora dieta mediterránea que, desafortunadamente, pierde seguidores entre los jóvenes, lo que es una mala noticia para sus esperanzas de envejecimiento sano, feliz y prolongado. Tampoco el sedentarismo ayuda, por lo que la promoción del ejercicio a lo largo de toda la vida es muy importante. Como lo es también mantener en todo momento la curiosidad intelectual, la mente activa y el gusto por las relaciones sociales.

Es cierto que cuando se llega a cierta edad, lo saben bien las personas centenarias, y, sobre todo, cuando aparecen achaques, el esfuerzo por mantener dieta, ejercicio físico y mental y fomentar las relaciones de calidad puede ser una carga o hacerse más difícil. Por esos son tan importantes las políticas de envejecimiento activo que facilitan y promueven actividades diseñadas para que las personas que llegan a la tercera, e incluso cuarta edad, sigan siendo elementos valiosos y apreciados de la sociedad. Una de las consecuencias del envejecimiento que más preocupan son las que van vinculadas al deterioro cognitivo. Son enfermedades que personal y familiarmente son muy traumáticas y son costosas a nivel social, tanto en recursos económicos que se deben dedicar como en la atención y apoyo que precisan los enfermos. Es cierto que en este sentido no hay semana que no aparezcan noticias esperanzadoras que avanzan en el conocimiento del origen y en la búsqueda de terapias que ralenticen o contengas esas enfermedades a día de hoy incurables. Aunque los avances sean ciertos, lo que la ciencia asegura sin ninguna duda es que la gimnasia mental, junto con el resto de factores de ejercicio físico moderado y dieta sana, es imprescindible para evitar el deterioro cognitivo.

Es muy importante saber que es natural perder capacidades con el paso de los años, forma parte del proceso un que se inicia relativamente pronto, antes de los 30 años. Pero todavía es más importante que a las pérdidas: capacidad devisualización espacial, de razonamiento inductivo, velocidad de percepción y la memoria episódica, se unen las ganancias: tenemos más experiencia y más recursos aprendidos y más elementos para tomar decisiones, en definitiva, más sabiduría. Como conclusión de estas reflexiones, la posibilidad de una larga vida de 125, si queremos que sean con una salud física y mental que nos permitan vivir conplenitud no depende de un único factor o de la simple voluntad nuestra o de los médicos e investigadores. Lo que nos dice la ciencia es que múltiples factores influyen en una tercera edad satisfactoria: genéticos, sociales, económicos, culturales…Seguramente, hacemos estas reflexiones porque estamos en la Europa desarrollada, donde está a nuestro alcance la medicina, la investigación, los servicios sociales y la posibilidad de cambiar nuestros hábitos, o fomentarlos si son buenos, y tenemos una visión de la vida y de nuestro futuro optimista, pues no deja de ser optimista creer que todos tenemos la opción de vivir 125 en condiciones estupendas.
Nos gustaría ir más allá. En si es razonable invertir en productos farmacéuticos para retrasar el envejecimiento, mientras de forma pasiva se permite al aumento entre las generaciones jóvenes del consumo de alimentos procesados,en detrimento de una dieta mediterránea; en volver la vista ante la desigualdad y lo que pasa en el resto del mundo, creyendo que no nos afecta, cuando cada vez vivimos más en una aldea global; o si es de recibo dejar todo a la responsabilidad personal y no invertir en educación para la salud, ni políticas de envejecimiento activo, ni en recursos sociosanitarios como residencias de tercera edad o servicios de geriatría suficientes.

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