¿Qué está pasando con el Alzheimer?

Qué está pasando con el Alzheimer

A medida que la población de los países ricos envejece, más personas sufren demencia. Aún así, la relación entre aumento del envejecimiento y el número de quienes desarrollan la enfermedad no tiene una relación tan clara como pudiera parecer a primera vista.

Durante la mayor parte de los años ochenta, el mundo occidental veía en Japón una representación de cómo podría ser el futuro. En un aspecto lo sigue siendo: tiene una de las mayores proporciones de ancianos sobre la proporción total sólo por detrás del minúsculo Principado de Mónaco. Una distinción que se acompaña de una tasa excepcionalmente alta de diferentes tipos de demencias (incluido el Alzheimer) relacionadas con el envejecimiento.

Las diferencias sociales influyen en el Alzheimer

Ejercitar el cerebro es bueno para la memoria

A partir de los sesenta y cinco, el riesgo de contraer una demencia se duplica cada cinco años. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2015 47,5 millones de personas en todo el mundo sufrían de la enfermedad, de los que 4,6 millones están en Japón. La forma más común, 60%, de todos los diagnósticos, es la enfermedad de Alzheimer.

Evolución del Alzheimer en el tiempo

Cuando lleguemos a 2050, según datos de la organización Alzheimer International, la cifra de personas que sufren ese tipo de demencia habrá alcanzado los 135 millones, o sea, se habrá triplicado. Esto va a causar mucho sufrimiento, imponer una pesada carga sobre las familias de los enfermos y costar, mucho, mucho dinero.  Todo los países van a verse afectados ya que, incluso el tercer mundo está viviendo un incremento en el envejecimiento.

En Estados Unidos, donde el trastorno es mucho menos común que en Japón, el gasto en atención a demencia fue en 2010 de 109 mil millones de dólares que se reparten entre lo que cuesta a los familiares y a la administración. La cifra, por supuesto, crecerá considerablemente en los próximos años.

Para poder asumir el enorme coste que genera la dependencia de quienes sufren demencia, Japón ha introducido un seguro obligatorio que paga por el cuidado a largo plazo de las personas que sufren la enfermedad. Y para ayudar a los sufridos cuidadores se ha creado un programa que ya ha formado a cinco millones y medio de voluntarios que ofrecen ayuda a los enfermos y sus cuidadores.

Algunos comercios están formando a su personal para ayudar a los compradores mayores que a veces parecen confundidos, no encuentran lo que buscan o se equivocan al pagar.

En China, con su enorme población que envejece rápidamente, es donde más personas sufren algún tipo de demencia. Y aún así, en 2013 sólo contaba con 300 médicos especializados en la enfermedad (según la revista Lancet). La política de “un único hijo” en vigor desde la década de 1970, y que ahora se está suavizando, ha reducido drásticamente la proporción de personas más jóvenes y mayores, lo que hace que sea más difícil encontrar a alguienr para cuidar a los mayores con demencia. En 2013, el gobierno introdujo una ley obligando a los niños a visitar a los padres de más de 60 años. Como casi no hay residencias geriátricas adecuadas, las personas que viven en zonas urbanas deben contratar a alguien del campo para cuidar de un padre con demencia.

Al igual que con otros tipos de trastorno que afectan a nivel cognitivo, los síntomas de la demencia son más fáciles de identificar que la propia enfermedad. Algunos enfermos tienen dificultades para procesar información o utilizar el lenguaje. Algunos experimentan cambios bruscos de carácter o pierden la capacidad de distinguir entre derecha e izquierda.

En teoría, el desarrollo de fármacos para tratar el Alzheimer debe ser relativamente simple. Mientras que el autismo, la depresión o la esquizofrenia no dejan huellas visibles en el cerebro, en los pacientes de Alzheimer suele ser fácil ver que algo no funciona correctaemnte. Las autopsias cerebrales tienden a mostrar una serie de “placas” (agregados pegajosos de tejido hecho de una proteína llamada beta amiloide) que están ausentes en un cerebro sano. Si se pudiera encontrar una manera de prevenir o eliminar estas placas, parece que una cura podría estar en el horizonte.

Los fármacos que estimulan la producción de acetilcolina, que se cree que son importantes en la función de la memoria, han sido aprobados para el tratamiento de la enfermedad. Alivian ligeramente algunos síntomas pero no hacen nada para hacer frente a su causa. Durante la última década, las compañías farmacéuticas se han concentrado en tratar de elaborar un fármaco anti-amiloide, pero después de invertir cientos de millones de dólares, han progresado poco.

Una parte del problema es que el Alzheimer es lento. Algunos síntomas pueden aparecer una década o más antes de que la enfermedad se agudice, por lo que los ensayos con fármacos tienen que prolongarse durante mucho tiempo. La única cosa que definitivamente se puede decir que causa Alzheimer es la presencia de determinada combinación genética en algunas personas, pero esto se aplica a menos del 5% de los casos conocidos. Todos los demás son el resultado de una combinación de genes, y algo más que todavía no se ha podido determinar en detalle pero que podría tener que ver con una mala alimentación, falta de ejercicio, hipertensión y probablemente una serie de otras factores por descubrir.

 Buscando la solución para el Alzheimer

Frustrados por su falta de progreso, algunas de las mayores compañías farmacéuticas han tomado el paso inusual de la puesta en común de sus recursos. Instados por el gobierno del Reino unido , J.P. Morgan, un banco, ha creado un fondo para investigar la demencia dotado de 100 millones de dólares de capital riesgo para invertir en proyectos.

Gran Bretaña también está emulando a Japón en la formación de cuidadores: en febrero su Sociedad de Alzheimer anunció que ha alcanzado un millón de «amigos de la demencia», voluntarios formados especialmente de forma que puedan la enfermedad y ayudar a los enfermos en sus actividades cotidianas, como cuando utilizan el transporte público, compran o sencillamente, pasean por la calle..

En Laguna Woods, una pequeña ciudad del condado de Orange, California, han puesto en marcha una experiencia que puede servir de ejemplo a otras comunidades. Sus inicios como ciudad son peculiares ya que en un principio era una “comunidad de jubilados” llamada “mundo de ocio”( Leisure World) hasta que con el tiempo llegó a constituirse como municipio. Actualmente cuenta con 16.400 habitantes con una edad media de 77 años. Tiene su propio canal de televisión por cable, la TV-6, que cuenta con «publicidad 100% dirigida al público senior y a la generación del baby-boom (nacidos entre 1950 y 1965).

Hace diez años Claudia Kawas, de la Universidad de California en Irvine, comenzó a estudiar lo que había sido de las personas que vivían en Leisure World en 1981. Esto se convirtió en el estudio longitudinal más extenso de personas de más de 90 años, el grupo demográfico que más rápido crece en Estados Unidos. Sus participantes, ahora dispersos por diferentes Estados, han rellenado periódicamente cuestionarios que permiten a los investigadores observar la correlación entre estilos de vida, medicamentos, otras enfermedades y demencia. Muchos de los que murieron donaron sus cerebros a la investigación médica, proporcionando los hallazgos más interesantes de todos.  Para desasosiego de los científicos, la investigación revela que la relación entre el envejecimiento y la el surgimiento de problemas a nivel cerebral es más complicada de lo que se había pensado.

Cuando las personas de 70 años murieron con el Alzheimer, los investigadores encontraron en la mayoría de sus cerebros las “placas” de beta amiloides que normalmente se relacionan con la enfermedad, aunque en una pequeña proporción estaban ausentes. Entre los octogenarios que murieron con la enfermedad, la proporción de cerebros que no mostró ningún signo de anormalidad ascendió a cerca de un 20%. Pero entre los enfermos de Alzheimer que vivían más allá de los 90 años, la proporción de cerebros de aspecto normal aumentó a casi la mitad.

Para complicar más las cosas, la mitad de las personas de más de 90 años que mueren sin haber mostrado nunca signos de demencia, tienen en su cerebro las “placas”.   Este último dato plantea un grave enigma para los investigadores y las compañías farmacéuticas.

El manejo de tantos datos como ha facilitado el estudio longitudinal, ha complicado más las cosas para los investigadores debido a que, algunos parecen desmontar asunciones que se tenían como sólidas hasta ahora. Por ejemplo, los mayores de 90 años con la tensión alta presentaban proporcionalmente menos casos de demencia que aquellos que tenían la tensión en niveles normales. ¿Desmonta eso la asunción de que la hipertensión es un factor de riesgo?

Por otro lado, los datos están empezando a demostrar que los nonagenarios que tienen o han tenido cáncer también tienen un menor riesgo de desarrollar demencia, y por el contrario que los que tienen demencia tienen menos probabilidades de contraer cáncer.

La cura no está cercana

Sólo hace falta mirar la hemeroteca para ver que en los últimos años han aparecido múltiples noticias que hablaban de un nuevo medicamento que retrasaría o mejoraría algunos síntomas de la demencia. Lo cierto es que siempre han acabado en bien poco.

Vista esa realidad, los esfuerzos ahora se dirigen a conseguir una prevención y una detección precoz de la enfermedad que permita actuar lo antes posible. Si estos esfuerzos tienen éxito, en el mejor de los casos se conseguirá retrasar algo la aparición de los peores síntomas de demencia y quizás incluso reducir algo el aumento. Las sociedades superenvejecidas, con más de un 25% de mayores de 65 años continuarán necesitando apoyar y cuidar a las personas con demencia en su hogar o en residencias de tercera edad adecuadas.

Inspirado en el artículo Second Childhood publicado por The Economist en Junio de 2015 http://www.economist.com/news/special-report/21657025-populations-get-older-more-people-will-suffer-dementia-relationship

Enlace de interés sobre convivir con la demencia

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