¿Tratar la vejez como una enfermedad?

El envejecimiento forma parte de la naturaleza de la mayoría de los seres vivos, entre los que estamos los humanos. Envejecer está unido al proceso vital de manera inexorable: las células se dividen en nuestro cuerpo para formar células nuevas, pero no lo pueden hacer de manera infinita ni de manera óptima.

Además de considerarse un proceso natural, se asocia con la acumulación de enfermedades crónicas, degenerativas, fragilidad, etc. En definitiva, forma parte de nuestra naturaleza y nuestra historial de vida se dibuja desde el nacimiento a la muerte en un proceso físico de crecimiento, maduración y decadencia que está asumido desde el inicio de la historia de la humanidad.

Sin embargo, se ha producido últimamente una controversia que altera este pensamiento, igualar envejecimiento con enfermedad, es decir, el envejecimiento no sería un proceso natural e inevitable, sino una circunstancia de salud que, en teoría y desde esta perspectiva, se podría tratar y curar.

Se trata de una cuestión seria, pues es la Organización Mundial de la Salud (OMS) quien ha expresado su intención de catalogar/ tratar la vejez como una enfermedad, (en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Relacionados (CIE)), lo que ha provocado fuertes críticas por parte de expertos, geriatras, gerontólogos y asociaciones de personas mayores de todo el mundo. La OMS clasifica los estados de salud en la CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades, Décima Revisión), que diagnostica basándose en la etiología, es decir sirve para diagnosticar, registrar, notificar y agrupar enfermedades y factores que influyen en la salud, así como causas externas de enfermedad o muerte. La intención de incluir la vejez en estos parámetros (lo haría en la próxima publicación, CIE-11, en enero del 2022) ha causado sorpresa y preocupación entre los profesionales de la salud, que ven un cambio de concepto en lo que se entiende como envejecimiento como sinónimo de patología que les parece peligroso.

En el II Congreso Virtual de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) se trató este tema y se alertó sobre la inclusión de la vejez como causa de mortalidad o morbilidad. Este causa se pondría cuando no se ha detectado un problema concreto, sería lo que en lenguaje llano siempre hemos dicho «murió de viejo», cuando alguien fallece con muchos años y sin causa conocida.
Sin embargo, tratar la vejez como una enfermedad va mucho más allá del «murió de viejo», que tiene un fondo de ley natural. Considerarlo una enfermedad tiene connotaciones negativas, hace pensar en terapias y tratamientos, incluso lleva a extremos sin sentido como «la vejez se puede curar».

De ocurrir esto, este articulo que escribimos hace unos meses sobre «envejecer saludablemente» quizá lo podríamos renombrar llegar a estar enfermo saludablemente

También se alerta de que proliferen terapias sin base científica que prometan detener o revertir el envejecimiento y de que se actúe la discriminación por edad (edadismo), un grave problema que se reforzaría si se extiende el concepto de que solo envejece quien quiere, pues existen tratamientos para evitarlo. Esto último es especialmente grave, pues las personas mayores ya se ven relegadas en tratamientos, en pólizas de seguros o en el acceso a préstamos bancarios y prestaciones sociales, entre otras muchas cuestiones cotidianas, y se verán más desamparados pues los organismos oficiales y las entidades privadas tendrían un aval de nada menos que de la OMS, de hecho, en la actualidad se utilizan los parámetros de la CIE por parte de las aseguradoras médicas.

Es notable la contradicción que existe entre esta propuesta de la OMS y su iniciativa de la Década del Envejecimiento Saludable (2021-2030), a través de cuatro áreas de acción en las que promueve «el envejecimiento saludable es el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez. La capacidad funcional consiste en tener los atributos que permiten a todas las personas ser y hacer lo que para ellas es importante» y propone «aunar a los gobiernos, la sociedad civil, los organismos internacionales, los profesionales, las instituciones académicas, los medios de comunicación y el sector privado en torno a diez años de acción concertada, catalizadora y de colaboración para mejorar las vidas de las personas mayores, sus familias y las comunidades en las que viven».

En cuanto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible u Objetivos de Milenio, el ODS 3 Salud y Bienestar señala que «es preciso garantizar el bienestar y una vida sana para las personas mayores». Por otra parte, en el ODS16 Paz, Justicia e Instituciones Sólidas se indica que «es fundamental que las Instituciones velen por los derechos de las personas mayores, donde la voz de estos, este presente por ellos mismo y no sean representados y CEOMA, como entidad de referencia de las personas mayores se posiciona en la defensa de sus derechos e intereses».

La OMS argumenta que el cambio no implica que la vejez sea una enfermedad, sino que señala una condición y que en la práctica se trata solo de pequeños cambios: la etiqueta «vejez» reemplaza a «senilidad», que es la que se utiliza en la CIE-10. El motivo del cambio sería el aumento de la connotación negativa de la palabra «senilidad».
Sin embargo, esta explicación no ha resultado muy convincente y se señala que diagnosticas como causa de fallecimiento «vejez» propiciará que no se diagnostiquen y traten enfermedades en las personas mayores, que morirán de viejos, aunque la causa sea, por ejemplo, una cardiopatía o un cáncer no detectados por no considerar que merezca la pena invertir recursos médicos en quien de todas maneras ya tiene la «enfermedad de viejo».

Las implicaciones éticas y sociales de tratar la vejez como una enfermedad son grandes y el temor que suscita la equiparación vejez-enfermedad está presente y tiene razones de peso. Es necesaria una reflexión en la que participen todas las partes implicadas: servicios sociosanitarios, gerontólogos, geriatras, administraciones…

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