Las personas con alzheimer en 2030. 78 millones

El alzhéimer, junto con el resto de enfermedades neurodegenerativas, está aumentado su incidencia en todo el mundo. Se prevé que personas con alzheimer en 2030 sean muchos millones, a continuación diremos cuántas. Las causas hay que buscarlas en el aumento de la esperanza de vida, que hace que se vivan más años, es decir, no hace muchos años las personas fallecían antes, por lo que las enfermedades asociadas a la edad, como el alzhéimer, no tenían la opción de desarrollarse. Afortunadamente, vivimos más años, aunque eso conlleva un aumento de las personas que desarrollan estas patologías.

Según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud 2021 (OMS), en la actualidad más de 55 millones de personas (el 8,1 % de las mujeres y el 5,4 % de los hombres mayores de 65 años) viven con demencia en todo el mundo. La previsión de la OMS es que personas con alzheimer en 2030 sean 78 millones para 2030 y a 139 millones para 2050. Son datos muy preocupantes que obligan a hacer una reflexión por parte de las administraciones y de los agentes sociales, pues conllevan una reorganización de los servicios que se ofrecen a las personas mayores y un aumento del gasto, si se pretende ofrecer una vida de calidad a las personas afectadas y a sus familias.

La OMS advierte que el mundo no está abordando el problema de las enfermedades neurodegenerativas de manera adecuada. En un informe sobre la situación mundial de la respuesta de salud pública a la demencia, publicado en septiembre de este año, denuncia que solo una cuarta parte de los países del mundo cuenta con una política, estrategia o plan nacional de apoyo a las personas con demencia y sus familias. En el informe se destaca la urgente necesidad de reforzar el apoyo a nivel nacional en lo que respecta tanto a la prestación de atención a las personas con demencia como al apoyo a las personas que prestan esa atención en entornos formales e informales. La atención que necesitan las personas con demencia incluye atención primaria de la salud, atención especializada, servicios comunitarios, rehabilitación, cuidados de larga duración y cuidados paliativos.

A pesar del gran esfuerzo investigador, el alzhéimer y demás enfermedades neurodegenerativas no tienen de momento cura. Ensayos y nuevos medicamentos abren vías de esperanza a una ralentización o detención del proceso, pero no se deben crear falsas expectativas pues de momento no existen tratamientos concluyentes.

Sin embargo, sí que se puede incidir en que cuestiones demostradas, como que las personas que siguen unas pautas saludables: una alimentación sana y acorde a su actividad, práctica de ejercicio moderado, ausencia de tabaquismo, una vida social rica, práctica de actividades como la pintura, música o lectura, etc. tienen menos posibilidades de desarrollar la enfermedad. Esto no quiere decir que sean inmunes, sino que la prevalencia en quienes siguen unas pautas mínimas de salud y cuidado es menor.

También es fundamental la detección de los primeros signos de alzhéimer en las etapas iniciales. Esto permite iniciar cuanto antes programas de estimulación cognitiva y llevar análisis y revisiones que delimiten el alcance se la enfermedad para diseñar planes individualizados según las necesidades de cada paciente. También el diagnóstico temprano permite diseñar estrategias integrales que incluyan especialidades como geriatría, medicina interna, neuropsicología, neurología o fisioterapia, también rehabilitación y terapia de mantenimiento como juegos mentales, crucigramas, lecturas, etc., además de poder intervenir en las condiciones socioeconómicas de la persona afectada y su familia.

Se trata de preservar el mayor tiempo posible la vida cotidiana y la actividad, para que la persona pueda mantener una buena calidad de vida durante más tiempo. En definitiva, retrasar en lo posible el aumento de la dependencia y el momento en que la persona precisa de atención permanente y deba trasladarse a una residencia que le proporcione los cuidado especializados que precisa. Y, cuando llegue ese momento, que los cuidados le proporcionen bienestar y una vida digna y de calidad.
Para ello, es preciso que la sociedad en su conjunto se enfrente al resto del envejecimiento de manera integral. El modelo del cuidador familiar, en su inmensa mayoría mujeres, debe ir evolucionando hacia cuidados especializados ofrecidos por profesionales, que permitan que las familias afronten con más recursos emocionales y técnicos una situación tan difícil como la de tener a un familiar con alzhéimer en casa.

La renuncia a la carrera profesional o incluso a tener una vida propia independiente pasa grave factura a las mujeres cuidadoras. Las administraciones deben ser garantes de un cuidado domiciliario de calidad que permita a las mujeres salir del rol de cuidadoras únicas y con esa sola tarea vital. En el citado informe de la OMS se detalla que en los países de ingresos bajos y medios, la mayor parte de los costos de la atención de la demencia son atribuibles a los cuidados informales (65 %), mientras que en los países más ricos, los costos de los cuidados informales y la asistencia social representan cada uno aproximadamente el 40 %.

También es preciso que las residencias cuenten con los servicios adecuados y de calidad que den a las familias la tranquilidad de que, cuando ellas ya no puedan asumir el cuidado de la persona enferma, cuentan con profesionales cualificados y con recursos suficientes.
La OMS está desarrollando el Proyecto de Investigación sobre la Demencia, un mecanismo de coordinación mundial para estructurar los esfuerzos de investigación y estimular nuevas iniciativas. Hay que intentar trabajar aun más desde ya para luchar contra esta cifra prevista de personas con alzheimer en 2030

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