Depresión en personas mayores

La incidenia de la depresión en personas mayores es muy relevante. Según las últimas investigaciones, una de cada cuatro personas adultas mayores de 65 años sufre depresión. Teniendo en cuenta que, en España, las personas mayores de 65 años representan aproximadamente un 20% del total de la población, ¡son muchas personas!

Según el Instituto Nacional de Estadística, el porcentaje de población adulta mayor seguirá creciendo hasta alcanzar el 31% en 2050. Por lo tanto, si no actuamos pronto, la prevalencia de depresión en personas mayores también crecerá significativamente en los próximos años.

¿Cuáles son las causas más habituales de depresión en personas adultas mayores?

Entre las causas más habituales de depresión en personas mayores, La soledad es un factor muy relevante. Quiero dejar claro, que estamos hablando de soledad no deseada, en contraposición al concepto de solitud (dimensión positiva de la soledad que implica disfrutar de un tiempo a solas).

Muchas personas se sienten solas y no quieren estarlo. Aproximadamente un 20% de las personas mayores de 65 años sienten soledad no deseada.
La última encuesta europea de salud en España se desarrolló entre julio de 2019 y julio de 2020. Durante los primeros meses de la pandemia se observó un aumento del porcentaje de población (de todas las edades) que experimentó sensación de decaimiento o depresión, problemas para dormir y poco interés o alegría por hacer las cosas. Con respecto a las personas mayores de 65 años, el porcentaje se incrementó en aproximadamente un 41%. Además, según las estadísticas, a mayor edad, mayor prevalencia de depresión.

Sin embargo, la soledad no deseada no se refiere exclusivamente al aislamiento social, sino que existe un factor subjetivo de soledad percibida. Es decir que, la persona, puede estar acompañada y encontrarse en un entorno social, pero seguir sintiendo soledad.
Este hecho, muchas veces es debido a la exclusión de la persona en cuanto a decisiones, actividades, tareas o ocupaciones, etc. Cuando una persona es mayor y dependiente, especialmente si padece deterioro cognitivo, lamentablemente, solemos quitarle su autonomía para poder opinar, decidir, actuar…

A parte de la soledad, cuando nos hacemos mayores, vamos acumulando pérdidas tanto propias (pérdida funcional, pérdida de roles, empleos…) como de nuestro entorno cercano (defunciones de familiares o amistades). Esto implica estar constantemente elaborando duelos. Quiero recordar que el duelo es un proceso natural de adaptación a cualquier pérdida significativa, no hablamos exclusivamente de fallecimientos. Por ejemplo, el hecho de perder la capacidad de practicar algún deporte que realizábamos anteriormente, debido a dificultades funcionales, implicará elaborar un duelo. Y así, con todas las situaciones que impliquen un cambio y por lo tanto, requieran una adaptación a una situación nueva.

Otro factor a tener en cuenta es un inicio de deterioro cognitivo. Sabemos que, cuanto más mayores nos hacemos, más prevalencia existe de iniciar deterioro cognitivo o demencia.
En este punto, quiero dejar claro que, no por el hecho de ser mayor, es normal padecer deterioro cognitivo. Es más frecuente que siendo joven, pero no hay que normalizarlo. Las investigaciones demuestran que la mayor parte de la población adulta mayor, no padece deterioro cognitivo ni demencia.

Respecto a este tema, al igual que pasa con la pérdida funcional, cuando la persona se da cuenta de sus dificultades cognitivas, es común experimentar sintomatología depresiva. La depresión afecta aproximadamente al 50% de las personas en algún momento durante el curso de la enfermedad.
Por otro lado, muchas veces, la depresión es un síntoma del inicio de una demencia, ya no por la conciencia de los cambios o dificultades de la persona sino debida a los cambios neuroquímicos del cerebro producidos por una enfermedad neurodegenerativa como puede ser una demencia de tipo Alzheimer u otra. Esto se llama pseudodemencia depresiva y es de vital importancia realizar un diagnóstico diferencial.

A grandes rasgos, estas son las causas más frecuentes de depresión en personas mayores

¿Cuáles son los tratamientos que se aplican habitualmente para tratar la depresión?

Desgraciadamente, siempre se priorizan los fármacos. Existen casos en los que serán adecuados, pero no suficientemente efectivos sin la realización de intervenciones no farmacológicas. Aunque cada persona es diferente y no podemos generalizar, en general, las intervenciones no farmacológicas que suelen resultar efectivas son las siguientes:

  • Mantenerse activo/va socialmente y vinculado/a a su entorno social habitual.
  • Realizar ocupaciones y actividades significativas/gratificantes, las cuales van a promover un buen nivel de autoestima y posiblemente una autorrealización personal.
  • Empoderar a la persona ofreciéndole roles y tareas donde se sienta importante y útil.
  • Eliminar las conductas paternalistas y otras discriminatorias de las personas de su entorno.
  • Realizar ejercicio físico, ya que generará hormonas que producen sensación de bienestar y reducción de la percepción del dolor (dopamina, serotonina y endorfinas).
  • Mantener una alimentación saludable. El cerebro necesita una buena oxigenación y los nutrientes correspondientes para funcionar bien. El déficit de vitaminas, hierro u otros, también contribuyen a desarrollar sintomatología depresiva y deterioro cognitivo, entre otros.

¿A qué profesionales podemos dirigirnos para tratar la depresión en personas mayores?

Los/as psicogerontólogos/as son psicólogos/as especialistas en envejecimiento, por lo tanto, son las personas más competentes para intervenir en la población mayor de 65 años. Además, si la persona precisa medicación, es recomendable un trabajo en coordinación con un/a médico geriatra.

Si eres una persona adulta mayor de 65 años y deseas información o precisas ayuda en este u otro tema relacionado, puedes ponerte en contacto con profesionales expertas a través de este enlace: Senior Coach

Autora: Sònia Shah Llois, fundadora-gerente de Vincles Gerontología y miembro de la junta directiva de la Asociación Española de Psicogerontología.

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