El Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD), un recurso clave

El Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD), un recurso clave, es esencial para personas en situación de dependencia, facilitando su permanencia en el hogar y mejorando su calidad de vida. Ofrece apoyo en actividades diarias y ayuda a los cuidadores, promoviendo la autonomía y bienestar emocional. Su acceso está regulado por la Ley de Dependencia.

En Inforesidencias.com queremos dar voz a los agentes que tienen cosas importantes que decir sobre ‘El Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD), un recurso clave’. Por esta razón, publicamos esta aportación de Juan Oliveri Vega, en la foto, que es formador sociosanitario:

I. Introducción

El Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) es un recurso fundamental para aquellas personas que, a causa de la edad, enfermedad o una discapacidad, necesitan apoyo a la hora de realizar las actividades básicas de la vida diaria (ABVD). Este servicio permite que las personas en situación de dependencia puedan permanecer en casa, manteniendo así, su entorno y vínculos afectivos, lo cual repercute positivamente en la calidad de vida.

Cuidar a un familiar en situación de dependencia en casa es una tarea que requiere dedicación, esfuerzo. Con el apoyo adecuado y una buena organización, puede proporcionarse una atención integral y de calidad.

II. SAD: Un recurso clave

El Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) se presenta como un apoyo fundamental para las familias que cuidan de un ser querido en situación de dependencia. No se trata simplemente de una ayuda puntual, sino de un recurso integral que busca mejorar la calidad de vida de la persona y facilitar la labor del cuidador familiar.

¿Quién puede acceder al SAD?

El acceso al SAD está regulado por la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia,  conocida como Ley de Dependencia. Esta ley reconoce el derecho a la atención a las personas que, por diversas razones (edad, enfermedad o discapacidad), presentan dificultades para realizar las actividades básicas de la vida diaria (ABVD). Son tareas tales, como asearse, vestirse, comer, moverse o realizar tareas domésticas.

Para acceder al SAD, es necesario solicitar la valoración de la situación de dependencia a través de los Servicios Sociales del Ayuntamiento o Comunidad Autónoma.:

Una vez reconocido el grado de dependencia, se elabora un Programa Individual de Atención (PIA) que define los servicios y prestaciones más adecuados para cada persona, entre los que se encuentra el SAD.

¿Qué servicios ofrece el SAD?

El SAD ofrece una amplia gama de servicios adaptados a las necesidades individuales de cada persona. Entre ellos, destacan:

Cuidados personales:

La higiene e imagen personal, son un aspecto clave en nuestro estado de bienestar, ya sea a nivel personal como en cuanto a nuestra imagen social. Es vital que el cuidador fomente unos hábitos y unas rutinas de higiene y cuidado personal, fomentando y sosteniendo la autonomía de la persona.

  • Soporte en el aseo e higiene personal (ducha, baño, higiene bucal).
  • Soporte para vestirse y desvestirse.
  • Apoyo en la alimentación (preparación de comidas, ayuda para comer).
  • Movilización y transferencias (ayuda para levantarse, acostarse, caminar).
  • Atención en situaciones de incontinencia.

Tareas domésticas:

En cuanto a la atención directa, el soporte en las tareas domésticas es vital, ya que no solo se trata de atender a las personas en situación de dependencia, también es coherente ayudar y dar soporte en el mantenimiento del domicilio.

  • Limpieza del hogar.
  • Lavado y planchado de ropa.
  • Compra de alimentos y otros productos básicos.
  • Preparación de comidas sencillas.

Apoyo social:

El apoyo social y el soporte en el mantenimiento de las habilidades sociales, es seguramente una de las tareas claves del auxiliar sociosanitario, en este caso de los profesionales de atención directa en los domicilios.

  • Acompañamiento a citas médicas, gestiones o actividades de ocio.
  • Estimulación cognitiva y emocional.
  • Apoyo a la integración social.

Es importante destacar que los servicios ofrecidos por el SAD se adaptan a las necesidades específicas de cada persona y se establecen en el PIA.

¿Cómo se solicita el SAD?

El proceso de solicitud del SAD generalmente se inicia a través de los Servicios Sociales del Ayuntamiento o Comunidad Autónoma. Los pasos principales son:

  • Solicitar información: Contactar con los Servicios Sociales para informarse sobre los requisitos y el procedimiento de solicitud.
  • Presentar la solicitud: Rellenar el formulario de solicitud y adjuntar la documentación requerida (DNI, certificado de empadronamiento, informe médico, etc.).
  • Valoración de la dependencia: Un equipo de profesionales realizará una valoración de la situación de la persona para determinar su grado de dependencia.
  • Elaboración del PIA: Una vez reconocido el grado de dependencia, se elabora un PIA que incluye los servicios y prestaciones que necesita la persona, entre ellos, el SAD.
  • Puesta en marcha del SAD: Se asigna un equipo de profesionales que se encargarán de prestar los servicios en el domicilio de la persona dependiente, según lo establecido en el PIA.

Ventajas de contar con el SAD:

  • Mejora la calidad de vida: Permite a la persona dependiente permanecer en su entorno familiar y mantener su autonomía en la medida de lo posible.
  • Alivia la carga del cuidador principal: Ofrece un respiro y un apoyo fundamental para evitar la sobrecarga y el agotamiento.
  • Proporciona atención profesional: Los profesionales del SAD están cualificados para ofrecer cuidados de calidad y adaptados a las necesidades de cada persona.
  • Complementa los cuidados familiares: El SAD no sustituye el cuidado familiar, sino que lo complementa y lo refuerza.

III. Consejos prácticos para el cuidado de un familiar dependiente en el hogar

Cuidar a un familiar dependiente en casa es una tarea que requiere dedicación, paciencia y comprensión. Además de contar con el apoyo del SAD, existen una serie de consejos prácticos que pueden facilitar la labor y mejorar la calidad de vida tanto del familiar dependiente como del cuidador.

A nivel de los profesionales de atención directa del SAD, estos no deberían de enfocar la atención, como un servicio prestado a alguien que, tiene determinadas carencias, sino de plantear la tarea profesional como el medio para que la persona pueda desarrollarse y manifestarse por sí misma, más allá de la dependencia que lo afecte, se trata de reconocer y respetar el derecho que tiene a ocuparse de su propia vida. Y es aquí donde la coordinación con la persona cuidadora referente familiar es de vital importancia.

Comunicación efectiva:

  • Adaptarse a las capacidades: Es fundamental comunicarse de forma clara y sencilla, adaptándose a las capacidades cognitivas y sensoriales de la persona en situación de dependencia. Utilizando frases cortas, un tono de voz agradable y evitando las interrupciones.
  • Escucha activa: Prestar atención a las necesidades y deseos de la persona atendida, tanto verbales como no verbales. La comunicación no se limita a las palabras, sino también a gestos, expresiones faciales y lenguaje corporal.
  • Fomentar la participación: Animar a la persona atendida a participar en la toma de decisiones y en las actividades que pueda realizar, fomentando su autonomía y autoestima.

Cuando se cuida, la comunicación la necesitamos para comprender y apoyar a quien cuidamos, pero conforme avanza la situación de dependencia se va haciendo más difícil. La comunicación no verbal es fundamental (una sonrisa, un abrazo, un gesto…). Y también intentar comprender sus sentimientos, cómo vive las situaciones, hablar con voz tranquila, frases cortas y desde un lenguaje en positivo y contestando a sus preguntas las veces que se precise. Siempre que no sea sobre asuntos dolorosos (entonces mejor, emplear la distracción o reorientación).

Organización del entorno:

  • Seguridad en el hogar: Eliminar obstáculos que puedan provocar caídas (alfombras sueltas, cables), instalar barras de apoyo en el baño y adaptar la iluminación.
  • Accesibilidad: Facilitar la movilidad dentro del hogar, eliminando barreras de paso (muebles que bloqueen los pasos  de un ambiente a otro , mejora de la iluminación, etc.) utilizando ayudas técnicas como andadores, sillas de ruedas o elevadores, si son necesarios.
  • Espacio personal: Crear un espacio propio donde la persona se sienta cómoda y segura, con sus objetos personales y recuerdos.

Cuidados básicos:

  • Higiene personal: Establecer una rutina de higiene diària. Prestar especial atención al cuidado de la piel para prevenir úlceras por presión.
  • Alimentación: Ofrecer una dieta equilibrada y adaptada a las necesidades de la persona, teniendo en cuenta posibles dificultades a la hora de masticar o tragar.
  • Movilización: Fomentar la movilidad y realizar ejercicios suaves para prevenir la rigidez articular y mejorar la circulación. Si la persona tiene movilidad reducida, realizar cambios posturales frecuentes para prevenir úlceras por presión.
  • Medicamentos: Mantener un registro actualizado de la medicación, siguiendo las indicaciones del médico y asegurándose de que se cumple con la pauta correctamente.

Manejo de situaciones específicas:

  • Incontinencia: Utilizar productos absorbentes adecuados y mantener una higiene óptima para prevenir irritaciones y lesiones en la piel.
  • Alteraciones del sueño: Establecer una rutina de sueño regular, crear un ambiente tranquilo y confortable en el dormitorio y evitar estimulantes antes de dormir.
  • Desorientación y pérdida de memoria: Utilizar técnicas de orientación en la realidad, como calendarios, relojes y recordatorios visuales. Mantener un entorno familiar y estable.
  • Cambios de humor: Mostrar paciencia y comprensión, ofrecer apoyo emocional y buscar ayuda profesional si es necesario. En lugar de involucrarse en corregir comportamientos, es importante que los cuidadores se centren en comprender las emociones que subyacen en esas reacciones y en establecer una comunicación basada en la empatía y el respeto.

Finalmente, no perder de vista que el cuidado de una persona no reside en la realización de una lista tareas. Dicho de otro modo, cuidar a personas en situación de dependencia no se trata solo de cumplir con una lista de  tareas, sino en establecer un vínculo basado en la confianza, la empatía y el respeto mutuo. La verdadera tarea es brindar una atención integral a la persona.

Cuidar al cuidador:

Conforme avance la situación las responsabilidades de la persona que cuida irán en aumento. Cuando la capacidad de comunicación y de entendimiento empiece a verse afectada se necesitará tener mucha paciencia para poder llevar la situación.

Los sentimientos que se experimentan cuidando ya sea a nivel familiar o profesional pueden ser muchos y muy variados y muchas veces contradictorios, cambian con el tiempo y las circunstancias.  Se suele sentir satisfacción y tranquilidad por cumplir un deber moral. También en ocasiones uno puede sentirse una persona “sobrecargada” por tanto trabajo, enfado por los cambios en la vida… A veces se podrá sentir tristeza, preocupación y dolor por la persona atendida y su sufrimiento.  Muchas veces se dan sentimientos de protección, cariño, apoyo, incluso se pueden producir sentimientos de vergüenza por cosas que hace, reparo o asco para realizar determinados cuidados. En ocasiones se siente culpa, porque se albergan sentimientos negativos hacia la situación y otras veces se vive con tranquilidad y satisfacción.

Los sentimientos que se experimentan son reacciones lógicas a la situación de cuidar, ya sea a nivel profesional o familiar que a veces es dura y difícil en las personas que cuidan a otras. Es por esto que el cuidado del cuidador es vital y prioritario.

  • Descanso y autocuidado: Es fundamental que el cuidador se tome tiempo para descansar y realizar actividades que le gusten. El agotamiento puede afectar negativamente a su salud física y mental, y a la calidad de los cuidados que ofrece.
  • Buscar apoyo: Compartir la responsabilidad del cuidado con otros familiares o amigos, buscar grupos de apoyo para cuidadores o solicitar ayuda profesional.
  • Informarse sobre recursos: Conocer los recursos disponibles en la comunidad, como centros de día, residencias o programas de respiro familiar.

En resumen, reconocer la necesidad de un respiro no es signo de debilidad, más bien es un signo de compromiso y responsabilidad.  Dedicar tiempo a actividades que recarguen la energía, ya sea leer, pasear, practicar ejercicio, o simplemente descansar, permitirá afrontar los cuidados con más tranquilidad y eficacia.  Compartir la responsabilidad del cuidado coordinándose con otros familiares y profesionales, permite ofrecer una mejora en la atención de la persona en situación de dependencia, al mismo tiempo que mejora la calidad de vida del cuidador.

Resumiendo, cuidar a un familiar en situación de dependencia en el hogar es un acto de amor y compromiso, al mismo tiempo que es un gran desafío. El SAD representa un valioso apoyo para facilitar esta tarea, ofreciendo soporte profesional y permitiendo que la persona con dependencia permanezca en su entorno familiar. Combinando el SAD con una buena organización, comunicación y autocuidado, se puede ofrecer una atención integral y así  mejorar la calidad de vida de todos los implicados.

Para terminar, si considera útil esta información sobre El Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD), un recurso clave, puede ser igualmente interesante esta opinión:

– Desinstitucionalización: ¿cuántas horas de atención a domicilio sustituyen a una residencia?

Deja una respuesta