El testamento más común es el menos recomendable

A menudo, cuando una persona acude a la Notaría a hacer testamento pide que se haga de la forma más sencilla posible, como por ejemplo: “Dejo heredero/a mi cónyuge y para cuando no haya cónyuge, dejo todo a mis hijos…”. Como decimos, esta es la tipología más habitual a la hora de escribir un testamento, pero quizás no seria la más recomendable. Esta manera genera algunos problemas como:

En primer lugar, al hacer este testamento, no estamos haciendo una previsión de la legítima, que recordemos que es aquella parte de la herencia que va a parar a los que tienen derecho a ella, habitualmente los hijos. Sí es cierto que, fallecido un padre, el hijo no le reclama la legítima al otro cónyuge superviviente, pero no es menos cierto que, entre los pleitos más comunes en un despacho de abogados dedicado a las herencias, encontramos habitualmente el de la reclamación de legítima a un padre. Por ese motivo debemos de dejar la legítima arreglada en el testamento. Hay diferentes maneras de llevarlo a cabo, incluso sin perder nada hasta que hayan fallecido los dos progenitores. Se da la circunstancia de que muchos padres no quieren dejan nada a los hijos hasta que hayan fallecido los dos progenitores. Si es cierto que por un lado no es legal negarnos a pagarla, la legítima hay que pagarla obligatoriamente a la muerte de uno de los padres, existen fórmulas para hacerlo de forma que los hijos no puedan disponer, ni vender ningún bien hasta que fallezca el último progenitor.

Especialista en testamentos, sucesiones e impuestos
Alejandro Ebrat.
Abogado especialista en testamentos e impuestos.

En segundo lugar, por el tema tributario. Pongamos una situación ficticia en la que un padre muere y le deja todo a la madre. Años más tarde, al fallecer posteriormente la madre, los hijos heredarán la suma de los bienes del padre y madre. En resumen, el padre se los pasó a la madre y ahora la madre al haber fallecido se los pasa a los hijos. En este caso concreto, la suma de la herencia será doble, debido a que se sumarán los bienes del padre y los de la madre. Desde el punto de vista del pago de impuestos esto es perjudicial, porque cuanto más se hereda más se paga. Si en una primera fase -en el fallecimiento del padre- ya se hubieran repartido alguno de los bienes, ahora, al fallecer la madre no se acumularía tanto patrimonio. De hacerlo así, se puede ahorrar una cantidad importante de impuestos.
Y por otro lado a su vez, paso arreglamos el primer problema de la legítima. Es decir, matamos dos pájaros de un tiro: primero, al fallecer el primer progenitor repartimos algo de los bienes para cubrir la legítima y por el otro, de paso ahorramos impuestos, en la suma de las total de las herencias.

En tercer lugar, esta redacción del testamento en el que dejamos todo a los hijos (una vez fallecido el otro cónyuge) es el motivo principal de la pelea en las herencias. El hecho de “dejarlo todo” es lo peor que se puede hacer, porque es muy probable que los hijos (y no sólo ellos sino también los yernos y las nueras), entrarán en una lucha por el reparto los bienes de la herencia, muy común en estas situaciones. Los hijos no deberían repartirse la herencia. Es muy recomendable dejarlo todo bien repartido y adjudicado, de este modo se evitarán enfrentamientos. Cuando hagamos el testamento debemos designar qué bienes van a parar a uno y a otro hijo, en la medida de lo posible. Cuanto más repartida esté la herencia, mejor para ellos. Asimismo, si no hay bienes suficientes para hacer estos lotes, hay la posibilidad de establecer mecanismos para que no sean ellos los que tengan que decidir: Algunos ejemplos serían: que sea un albacea quien haga el reparto si no se ponen de acuerdo, obligar a vender los bienes en el periodo de un año, por ejemplo, si no se decide nadie a quedarse un determinado bien, etc.

¿Cómo hacer un testamento?

Lo que está claro, es que son peores los problemas entre hermanos en una herencia, que los impuestos que tengamos que pagar. Los impuestos se pagan, con el tiempo se olvidan y se reparte el resto de la herencia de una forma pacífica. Las disputas entre hermanos pueden alargarse meses o años , generar pleitos judiciales larguísimos y muy costosos y lo que es peor, romper las familias.

CONCLUSIÓN: Cuando vayamos a hacer un testamento es muy importante asignar a los hijos la cantidad que les toque por legítima, que es la parte que obligatoriamente tiene que ir a parar a ellos. Debemos dividir la herencia lo máximo posible, entre los herederos. De esta manera los impuestos a pagar serán menores. Por último, hay que hacer un reparto de los bienes adjudicando a cada hijo unos bienes determinados (lotes) en la medida de lo posible, a fin de evitar que ellos mismos deban decidir el reparto de la herencia, motivo principal de las disputas entre hermanos.

Autor: Alejandro Ebrat. Ebrat abogados

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