La pérdida de estatura con la edad y cómo atenuarla
- Publicado por Josep de Martí
- Posted on marzo 8, 2022
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El ser humano ha ido ganando estatura a medida que ha mejorado la alimentación y las condiciones generales de vida. Sin embargo, a medida que se cumplen años, tras llegar a una altura «tope», ocurre al contrario ya que se produce una pérdida de estatura.
Lo mismo que varía la distribución de la grasa corporal o disminuye la agudeza visual o auditiva, nuestro cuerpo va perdiendo de forma gradual estatura, independientemente de la raza o sexo. Tampoco las condiciones socio económicas influyen. Es un proceso natural derivado del paso del tiempo.
El proceso se inicia a partir de los 40 años. El primer indicio suele ser que tenemos que subir el bajo de los pantalones, a la vez que cambiamos de talla por que las formas se redondean o notamos que la distancia entre el borde del abrigo y la rodilla no es la misma. No es algo repentino, aunque igual nos levantemos un día y pensemos «parece que soy más bajo», se trata de una pérdida de estatura lenta que supone una media de casi un centímetro cada década. Esto se acelera un poco a partir de los 70 años. En números, se puede calcular que la pérdida de altura será de unos 7 centímetros en total.
Hay tres circunstancias en el envejecimiento natural que son las que llevan a la perdida es estatura: la degeneración y deshidratación de los discos intervertebrales, la disminución de masa ósea por pérdida de minerales (ostoporosis) y la pérdida del tono muscular (sarcopenia). Aunque son hechos propios y naturales de la edad, se pueden paliar sus efectos.
La degeneración y deshidratación de los discos vertebrales implican una pequeña reducción en cada uno. Al ser 23 los discos, la pérdida acumulada se hace significativa. La osteoporosis puede producirse por diversas causas: idiopática, postmenopáusica, senil o a causa de diversas enfermedades; la osteoporosis afecta en mayor medida a las mujeres y se acentúa de manera notable en la menopausia. El tono muscular se pierde por el sedentarismo y menor actividad física, además de por cuestiones metabólicas. El aumento de las caídas con consecuencias de rotura viene en la tercera edad como una consecuencia combinar el menor tono muscular y la mayor fragilidad de los huesos. En los centros de rehabilitación y en las residencias geriátricas, la tonificación muscular es clave para la recuperación de las personas que han sufrido una caída con rotura.
La cuestión fundamental no reside, pues, en detener deterioro inevitable de las capacidades y de la altura, sino que se trata de aumentar el bienestar ralentizando las consecuencias de ese deterioro. Es decir, puesto que el envejecimiento no de depende de cuestiones externas, sino que viene marcado en nuestro código genético, de lo que se trata es de poner en marcha acciones que nos permitan, asumiendo los cambios inevitables, mantener de manera saludable nuestro cuerpo el mayor tiempo posible.
Uno de los principales factores que contribuyen a que los procesos naturales de deterioro antes citados se aceleren es el sedentarismo.
La actividad laboral está aumentando el número de trabajos que se llevan a cabo en oficinas o en despachos habilitados en los domicilios. Los desplazamientos se hacen en coche o transporte público, pues las distancias hacen que ir andando lleve más tiempo del que se dispone y también ha creado hábitos en los que no se contempla siquiera la posibilidad de usar una bicicleta o caminar. El ocio también se ha vuelto más sedentario, al aumentar de forma rápida la oferta de tiempo libre sin moverse de casa. La actividad física se vuelve algo voluntarista que implica un compromiso de acudir a un gimnasio o de salida determinada.
Esta sociedad tendente al sedentarismo implica un aumento de enfermedades asociadas a esta circunstancia. Una de la más grave es la obesidad, que en las personas mayores provoca serias secuelas, desde diabetes a problemas cardiovasculares.
Con este panorama, podemos pensar que la pérdida de estatura es el menor de los problemas. Sin embargo, podemos asociarla con nuestros hábitos saludables y, de esta manera, no solo la pérdida será menor, sino que vendrá acompañada de un fortalecimiento de nuestros huesos, músculos y movilidad, lo que redundará en una mejor calidad de vida en general. Están demostrados los beneficios de la actividad física en el bienestar anímico, pues la práctica rutinaria de ejercicio reduce el riesgo de sufrir depresión y mejora la calidad del sueño.
La Organización Mundial de la Salud recomienda actividad física semanal, pero dirigida y diseñada para cada franja de edad y para la condición física de cada persona. En general, para la tercera edad se recomienda entre 150 y 300 minutos de actividad física aeróbica moderada a la semana.
Acudir a un gimnasio para hacer ejercicios aeróbicos o yoga, nadar o andar en bicicleta son prácticas saludables. Sin embargo, no se debe descartar que en nuestra rutinas podemos incorporar hábitos que hacen que nos movamos sin horarios y con muchos beneficios: usar las escaleras en lugar del ascensor, andar en vez de coger el autobús, hacer pequeñas en el barrio varios días de la semana en lugar de coger el coche una vez a la semana para ir a una gran superficie, juntarse con amigos para dar un paseo o apuntarse a actividades artísticas como baile o teatro.
Es fundamental así mismo una nutrición saludable que incluya alimentos ricos en calcio y vitamina D. Como es natural, el tabaquismo y el alcohol no constituyen una ayuda, sino todo lo contrario.
La práctica regular de ejercicio y una dieta saludable, en definitiva, reforzarán la sujeción de la columna, mejorará el tono muscular y ralentizará la pérdida de masa ósea, es decir, hará que la pérdida de altura sea menor.
No podremos vivir más años de los que la naturaleza nos tiene destinados, pero sí podemos vivirlos de manera más saludable. También debemos pensar que perder algunos centímetros es inevitable, pero hacer que sean menos gracias a una vida activa, no. La menor pérdida de estatura asociada a una actividad física y alimentación saludable es un buen plan de pensiones del que se puede disfrutar.
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